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General José de San Martín (1778-1850)

General José de San Martín (1778-1850)

En los actuales momentos en los que la dignidad y la felicidad de los argentinos están a igual distancia del individualismo abstracto que del gregarismo masificante, en donde día a día se van incorporando, como nuevos tipos sociales, personajes que antes lo eran solamente de obras de ficción: aventureros nacionales e internacionales sin identidad definida, integran súbitamente la nueva clase propietaria; bufones e histriónicos de la farándula política, por el toque trágico de algún rey Midas, son elevados a la categoría de estadistas sociales y/o formadores de opinión con la finalidad de oscurecer, sembrar dudas y la maledicencia del testimonio y del testamento político de San Martín, como así también, el de desprestigiar a figuras señeras de nuestra historia política.

¿Cuántos educandos saben por qué San Martín le legó su sable al Brigadier General Juan Manuel de Rosas?.

Lo único cierto de cuanta historia se escribió, y aún se escribe, es su agonía política, su derrota ante los anglófilos que lo endiosaron en provecho propio aún después de su muerte. Verdadera fue su rebeldía en su largo y sufrido destierro, como así también su adhesión incondicional a Rosas. En síntesis, verdadera fue su tentativa frustrada de mantener la integridad de los virreinatos del Perú y del Río de la Plata y de salvar la unidad de la América Española, frente a las poderosas fuerzas de los países hegemónicos que se propusieron y lograron justamente lo contrario.

El general D. José de San Martín vivió como dice su máxima, “de tal suerte, que viva quedó en la muerte”.

En el mes del 162 aniversario de su muerte, respaldo y honro al general San Martín, y en los siguientes versos, pretendo desagraviar al Hombre que encierra esa figura.

Al General Don José de San Martín

Mi General:
Cada vez que saludo su memoria
Ante la urna que su cuerpo encierra,
Gran Capitán y padre de esta tierra,
Hombre cabal de noble trayectoria,
me embarga una emoción contradictoria
de admiración y rabia que me aferra,
a un dolor que me aplasta y desentierra
una pena total por nuestra historia.
¿Cómo puede dormir en esta urbe
apátrida y falaz sin que se turbe
su sueño americano de grandeza?
¡Levántese mi general!, empuñe el sable
y sacuda a esta raza deleznable,
sumida en la miopía y la pereza.

En azul y blanco, Hugo César Renés
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¿se suman?