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HECHO EN BERISSO - CUENTOS SOBRE INMIGRANTES

Hola Amigos!

Les envío las direcciones en donde se puede adquirir el Libro:
"HECHO EN BERISSO, CUENTOS SOBRE INMIGRANTES". de mi amigo Aníbal Guaraglia.

Es un libro con interesantes microrrelatos, se presentó en Berisso en 2010 y sigue contándo con el beneplácito, no sólo de los berissenses sino también de los turistas que visitan esa ciudad en los distintos eventos, actualmente en la "Fiesta Nacional del Inmigrante".

En La Plata:
Rayuela 44 esq. Plaza Italia
Libreria la Normal 7 nº 1125 e/ 55 y 56
Libreria de la Campana 7 nº 1288 e 58 y 59
Libr. Nacional 42 nº 390 E 2 y 3

En Berisso
Puesto de diarios de Montevideo y 11
Montevideo y 13
Montevideo e/ 4 y 5

Desde ya, muchas gracias por lo que puedan hacer para difundir la información. Cariños. Noe.

Octubre de 1820: más sobre el motín del coronel Pagola

Martín Rodríguez
El motín

El 1° de octubre de 1820, los porteños se vieron alarmados por un motín militar dirigido por el coronel Pagola y apoyado por Quintana, Agrelo, Sarrateea, Soler, y algunos partidarios federales. Querían derrocar al gobernador general Rodríguez “por pertenecer a la facción destruida del Congreso y del Directorio, enemiga de la libertad de los pueblos y de los patriotas”. Un gran desorden, tumultos, descargas de fusilería y batallones que atacan el Fuerte al grito de “¡Abajo la Facción!”.

El general Rodríguez sale precipitadamente del Fuerte con un grupo de ayudantes, y por la orilla del río se dirige al encuentro de Juan Manuel de Rosas que marchaba hacia la ciudad al frente de sus Colorados de Monte, unos mil hombres bien montados y equipados a su costa.

Juan Manuel, siempre estricto, disciplinado y defensor del orden legal, había dicho a sus soldados que lucharían para asegurar “la paz y restablecer el orden, olvidando perjuicios locales y políticos, Vamos a concluir con la guerra y buscar la amistad que respeta las obligaciones públicas” y proclamaba que “La división del sud sea el ejemplo: desconfiad de los que os sugieran especies de subversión del orden y de insubordinación”


En la ciudad convulsionada por el tumulto, los amotinados se sintieron triunfadores y convocaron a un cabildo abierto para el día 3 de octubre en el templo de San Ignacio, con el principal objeto de nombrar gobernador, cuyo candidato era Manuel Dorrego.

Según relata un testigo, a esa asamblea concurrieron, además de las facciones amotinadas, “algunos hombres de puñal, algunos federales de buena fe, extranjeros mirones y metidos, alguna gente decente en minoría y bastante chusma”

El loco Virgil

Rosas estaba acampado con Rodríguez en Barracas, y oponiéndose al desorden y a la insurrección, tramó un ardid para desbatar el cabildo abierto de San Ignacio; envió a la reunión a unos matarifes de avería, movilizados en los suburbios con algunos de sus peones, y puso al frente de esos “elementos”, al profesor italiano don Vicente Virgil, con el objetivo de desbaratar la asamblea.

Don Vicente era un loco charlatán, instrumento para la chacota de Rosas, famoso por sus discursos, y arengas disparatadas, como aquella proclama contra las palomas que “desde los techos escandalizan con sus hábitos desvergonzados a las tiernas niñas”

La asamblea

A poco de iniciada la asamblea, don Pedro José Agrelo pronunció una encendida arenga indicando a Dorrego como gobernador; el doctor Nicolás Anchorena, al replicarle violentamente, “sacó de sus bolsillos un par de pistolas, invocando con enérgicas voces el apoyo de todos los hombres del orden”.

Fue entonces cuando el loco Virgil, que odiaba a los frailes, ocupó el pulpito como tribuna y desató una encendida diatriba: “¡Pueblo soberano! –exclamó señalando un altar- ¡Oh, bárbara preocupación! ¿Cómo se atreve Santa Teresa y los santos de palo a tener velas encendidas delante de la soberanía del pueblo?”

La gente que lo acompañaba prorrumpió en risotadas y la bataola dispersó la reunión, tal como lo había previsto Rosas, que en esos momentos destacaba patrullas de sus colorados por las calles de la ciudad atrayendo la adhesión popular.

Fuentes:

- Vicente Fidel López, Historia argentina, t.VIII
- Carlos Ibarguren, Juan Manuel de Rosas. Su vida, su drama, su tiempo.p.63
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

CONCURSO NACIONAL LA PLAZA PÚBLICA 2011


NOTAS SOBRE EL CONCURSO NACIONAL LA PLAZA PÚBLICA 2011
Nota al Arq. Guillermo Tella (click acá)
Notas anteriores: (Hacé click en el título)
ANTONIO ELIO BRAILOVSKY
Dr. Jorge Rachid
********************
Artículos y videos sobre otros temas
Ciclo Educativo "Preparación para Padres". Video 1
POESÍA DE ENRIQUE ANGELELLI, SACERDOTE, POETA Y MÁTIR.
Grupo POEMAS DE AMOR y DE VIDA
LA TERCERA POSICION RECUPERADA
LOS RITMOS DE LA NATURALEZA - Antonio Elio Brailovsky
LA CULTURA, LA SALUD, EL PUEBLO
********************
SOBRE EL CONCURSO NACIONAL LA PLAZA PÚBLICA 2011
Este Concurso es para que nos cuentes sobre una plaza, o sobre muchas, para que nos cuentes una historia, una anécdota, una situación, un proyecto, un pensamiento. Es para que nos cuentes cómo es TU PLAZA, la de tu realidad, la de tus sueños.
Este es el link a las Bases y Condiciones. No hay que respetar ningún formato, no se requiere ninguna técnica, ni conocimientos específicos, solo tenés que detenerte un minuto y ver cuán importante es “la plaza” en tu vida, y en la de todos.
********************
Te podés comunicar a info@laopiniondelagente.com.ar para
- Consultar sobre cualquier aspecto del Concurso.
- Proponernos hacer una nota.
- Auspiciar nuestras actividades.
- Lo que consideres oportuno.
Todo comentario es bienvenido, y la difusión la agradecemos muchísimo.
LA OPINIÓN DE LA GENTE
www.laopiniondelagente.com.ar

"RUBIA MORENO, PULPERA GAUCHA"


“Rubia Moreno, pulpera gaucha, de falda roja, vincha y puñal...” (*)

Así comienza una de las mas bellas zambas de nuestro folkllore. Hablando de una mujer, de extraña belleza, creciendo en el campo y envuelta por los acontecimientos que envolvieron al Santiago del Estero de aquellos días.

Su nombre era Santos Moreno y había nacido hacia 1840 y, criada por su padre al morir su madre, tiempo después se pone al frente de la pulpería que su familia poseía en la bajada del antíguo camino del El Polear.

Colaboradora de la causa del caudillo Taboada, convence a su marido y a parte de la familia para enlistarse en las fuerzas locales y donó parte de su patrimonio a la causa. Tuvo activa participación en una decisiva y sangrienta batalla: la de Pozo de Vargas, el 10 de abril de 1867, donde se enfrentaron por espacio de tres horas las fuerzas de Antonino Taboada y Felipe Varela. La Rubia Moreno pierde a su padre al atardecer de ese día, y con el tiempo, y el devenir de los tiempos políticos, pierde también sus posesiones, muriendo en la mas triste pobreza. Sus restos descansan hoy en el cementerio de La Misericordia.

De ella nos ha llegado su nombre y su valor, su determinación por una causa. Pero también su ejemplo y su costado solidario: cada chico que entraba a su pulpería se transformaba en su ahijado, ella los cobijaba y los llevaba a la iglesia para bautizarlos y nombrarlos. Lo mismo acontecía con mas de un paisano que precisaba una palabra de aliento o apoyo.

Como santiagueños, demostramos nuestro orgullo de compartir esa sangre llamando a nuestro lugar “La Rubia Moreno”. Y brindar desde él, no sólo la buena comida y el mejor vino, sino difundiendo la música y la poesía de nuestros pagos, junto con los valores de amistad y afecto que caracterizaron desde siempre a esa noble tierra.

Rubia Moreno
(*) Letra: Agustín Carabajal. Música: C. Juarez.

Rubia Moreno, pulpera gaucha,
de falda roja, vincha y puñal.
No había viajero que no te nombre,
sobre el antiguo camino real.

No había viajero que no te nombre,
sobre el antiguo camino real.

Hecha entre el bronco bramar del puma,
solo sabía tu voz mandar.
Eran tus ojos dos nazarenas,
clavas espuelas en el mirar.

Eran tus ojos dos nazarenas,
clavas espuelas en el mirar.

Rubia Moreno, guarda mi pueblo,
a orillas del río Natal.
Tu nombre heroico como figura,
como figura de cuño real.

Tu nombre heroico como figura,
como figura de cuño real.

Juntito al vado, tu rancho amigo,
alzaba el viento su banderín.
Con los carriles de cuatro vientos,
venía la alerta de algún clarín.

Con los carriles de cuatro vientos,
venía la alerta de algún clarín.

Tuviste amores, tuviste celos,
bella pulpera sin corazón.
Eras más brava que las leonas,
en los juncales del Albardón.

Eras más brava que las leonas,
en los juncales del albardón.

Tu nombre heroico como figura,
como figura de cuño real.

Tu nombre heroico como figura,
como figura de cuño real.

Fuentes:
- Rubia Moreno www.larubiamoreno.com.ar
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar


LAS TROPAS PARAGUAYAS

Guerra del Paraguay

Ejército de hombres libres

Si bien Francisco Solano López, antes de la guerra, había encargado a Europa cañones Krupp y cien mil fusiles que nunca llegaron, desde los tiempos del Dr. Francia, prácticamente cada paraguayo era un soldado que debía disponer de cuatro caballos y de armas propias para la defensa de la patria, que en general consistían en armas blancas. No era un ejército preparado para al conquista, lo era para la defensa, y contaba con la Fundición de Ibycuí, el arsenal de Caacupé, la Fortaleza de Humaitá y la fácil comunicación a través del telégrafo y el ferrocarril.

En el Archivo Nacional de Asunción, en 1864 el ejercito paraguayo contaba con 38.173 hombres, y según Julio José Chiavenatto, para 1865 llegarían a 50.000, pero nunca más de 80.000 hombres que afirman otros historiadores ( J.J.Chiavenatto. Genocido Americano. A guerra do Paraguay, p.111) Esta afirmación es coincidente con lo dicho por el represéntate ingles Thornton, que le informaba en carta a Lord Russel que en Paraguay debía haber cuarenta mil listos para la lucha.

Si bien el número de hombres del ejército paraguayo era inferior que el de los aliados, había varios factores incidían el la fortaleza física y anímica de los combatientes del ejército paraguayo, comenzando por las razones que indica Alberdi respecto a que defendían su tierra, su trabajo y sus familias.

Por otro lado los combatientes tenían una buena alimentación. Algunos científicos Europeos como Buffon, Demersay, Larouse, Rengger, Du Gratty, etc. y el propio Thornton, estudiaron al formación del ejercito paraguayos. Bufón por ejemplo destacaba la excelente y bien balancea de de la alimentación tradicional de los paraguayos, basada en trigo, banana, mandioca, miel y carne, fácil de conseguir con poco trabajo por toda la población, cosa que no sucedía en las clases bajas de los aliados. En algunas anotaciones de los nombrados, se dice que la altura promedio de los combatientes paraguayos era de un metro y setenta y dos centímetros, contra un metro sesenta y dos de los aliados. Por otro lado en esas mismas notas, se indica que entre los combatientes paraguayo había cinco blancos por cada negro o mestizo, en cambio en los aliados había un blanco cada veinticinco mestizos o negros, y en el ejercito brasileño al proporción era de uno contra cuarenta y cinco. Esto no es una cuestión racial de fortaleza o superioridad de ningún tipo, pero si una deferencia de motivación entre quien defendía lo suyo, y quien defendía lo ajeno. En el ejercito argentino muchos eran llevado en contra de su voluntad, engrillados y “atados codo con codo”, y en el brasileño enviados como esclavos, incluso “en representación de sus dueños”.

Otra diferencia a destacar era que, mientras en el ejército brasileño, los puestos de jefes y oficiales eran cubiertos según su titulo de nobleza, aún sin experiencia, en el ejercito paraguayo nadie tenía privilegios a la hora de ocupar en puesto en el ejército. Todos los oficiales salían de la tropa sin que ninguno llegara a oficial por la condición social. Todo el incorporado, sea rico o humilde, era incorporado como soldado raso y andar descalzo, ya que a ningún soldado paraguayo se le permitía andar calzado, como una disciplina espartana.

El buen humor

Otra condición digna de destacar del soldado paraguayo, era su instrucción. Prácticamente no había analfabetos en Paraguay, y caso todos los soldados sabían leer y escribir, teniendo además cada uno el desempeño de varios oficios que les permitía adaptarse a distintas circunstancias. Así cada soldado podía ser zapatero, carpintero, alfarero, mecánico y hasta músico.

Esta condición fue importante durante la guerra. López daba importancia seria, por ejemplo, a la prensa; cada regimiento contaba con una imprenta montada sobre un carro, dispuesta a ser rescatada ante el peligro, que editaba periódicos o folletines redactados por la misma tropa, que servían para informarse sobre el estado de la guerra y hasta para mantener el ánimo y el espíritu de los combatientes, siendo a veces redactados con sentido humorístico y hasta ridiculizando a los enemigos: por ejemplo Pedro II era nombrado como “El Macacón”, Porto alegre conocido como “Porto Triste”, Osorio como “General Osário”, Polydoro como “Pollo Loro” y el marqués de Caxias como el “Marques de Cajón”. Entre los periódicos editados pueden citarse “El Centinela”, el “Cacique Lambaré” (redactado en guaraní) y “El Cabichuí” (La abeja) y varios folletines que se distribuían entre la tropa.

El Cabichuí era redactado y distribuido por los soldados, y no faltaba el buen humor. En el logotipo de la primera página se veía un dibujo representando a un negro perseguido por las abejas (cabichuí) y en otra pagina se veía un grabado representando a Pedro II llegando al Mato Grosso ofreciendo a libertad a los negros, si tuvieran mas hijos para luchar contra Paraguay.

En otra edición del Cabichuí, refriéndose a la mala puntería de la artillería brasileña, tuvo la humorada de publicar que “El Cabichuí, considerando la conveniencia de llamarse a las cosas de la guerra por su nombre, o al menos con nombres que encierren ideas análogas a los efectos que producen, ha acordado y decreta: Art.1º) Se prohíbe bajo severa pena que desde hoy en adelante se llame “bombardeo” al que hace la escuadra brasileña: se llamará “macacada” si es de día, y si es de noche, “macaquize”.

Estos periódicos fueron de importancia para al guerra, de buena redacción y escritos en forma satírica, algunos de ellos en idioma portugués que eran “olvidados” para que sean “encontrados” por el enemigo. López daba tanta importancia a estas publicaciones para mantener el ánimo de la tropa, que cuando se acabó el papel ordenó que se lo juntara en el Archivo de Asunción, hasta que finalmente, cuando se agotó, ordenó que se lo fabricara en forma artesanal, llegándose a fabricarlo a partir del al pulpa fibrosa del “caraguatá”, que se mezclaba con agua y se fermentaba con ácido de naranjas, se amasaba y estiraba hasta formar láminas de papel. Cuando faltó tinta, López ordenó que se al fabricara de cualquier manera, y los paraguayos descubrieron una fruta silvestre, que ahora en Paraguay se la conoce con “tinta”, que al exprimirla largaba un líquido casi negro que servía para imprimir.

Estas características del soldado paraguayo, que contaba además con la adaptación al clima y conocimiento del terreno, contrastaba con el ejercito aliado, con gran parte de analfabetos y esclavos que no tenían ningún interés ni razón para ir a dejar el pellejo en los esteros de una tierra desconocida.

Fuentes:
- Castagnino L. Guerra del Paraguay. La Tripe Alianza contra los paises del Plata
- Julio José Chiavenatto. Genocidio Americano: A guerra do Paraguay.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

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CARMEN FUNES DE CAMPOS: "LA PASTO VERDE"


Cantinera de las fuerzas nacionales que llevaron a cabo la conquista del desierto y poblaron los confines del país. Acompañó a su marido en la guerra del Paraguay y después se sumó a las columnas que arrojaron a los indios de sus posesiones.

Participó en las fundaciones de Carhué, Puán y Trenque Lauquen, fortines que darían origen a nuevas poblaciones. Se estableció en Neuquén, adonde la llevara la campaña del general Julio A.Roca, y allí murió en 1917. Sus cenizas reposan en Plaza Huincul.

Las mujeres como ella fueron retratadas por escritores que reconstruyeron la epopeya del desierto, en reconocimiento por su labor abnegada, pero "La Pasto Verde", apodo con que era conocida, fue objeto de un especial homenaje, que puntualiza cuánto de sacrificadas tuvieron esas vidas; a fines de 1965 las autoridades, instituciones y pueblo de Neuquén se congregaron junto a un monolito y descubrieron una placa recordatoria de la humilde mujer que representa a todas las cantineras, fortineras y también soldados femeninos de la conquista del desierto".El monolito se encuentra a la vera de la Ruta 22, donde también existe ahora su museo. Allí élla atendía una pulpería en el medio de una de las rutas de entonces, y allí fue conocida por mucha gente, por su hermosura, por su alegría y por su atención, y también por sus ansias de ayudar a quien lo necesitara.

El apodo de "La Pasto Verde" en realidad, es un halagador cumplido, y bastante excepcional. Las mujeres en la milicia que acompañaban a las tropas recibían apodos, siempre ingeniosos pero generalmente despectivos. La Pasto Verde, posee una connotación fuertemente placentera. A los ojos de un paisano de aquellos tiempos y lugares, es todo un homenaje admirado, desde la mentalidad de un criollo que siempre tiene conciencia de la escasez de comida fresca y agua para sí y los animales. Era una mujer vigorosa, ágil, servicial y alegre, decidora cordial y afable , la “fortinera” era un paso obligado a quien tanto la historia como los pobladores recuerdan con cariño y respeto con el nombre de “La Pasto Verde” por su belleza juvenil y así calificada por los parroquianos de la época.

Falleció en Plaza Huincul en 1917.

Puede ver el artículo completo, musicalizado,

"La Pasto Verde"
(Marcelo Berbel - por Jorge Cafrune)

Aguada de los recuerdos, lejanos
Tapera de un dulce ayer,
Tiempo de la "Pasto verde",
Zamba del coraje hecho mujer.
Brava gaucha en los fortines, sureños,
Bella flor del jarillal,
Mil soldados te quisieron,
Pero la tierra te quiso más.
Sobre la reja, entre las piedras
Donde duerme tu voz,
Mi guitarra lloró.
Sola, esta zambita por las noches
Quiere darte luz,
Porque le duele que digan
Que el criollo neuquino te olvidó.
Quién te llamó "Pasto verde", fresquita
Tal vez tu aroma sintió,
Poema de los desiertos,
Versos de un coplero que pasó.
Quizás hablen de tus años, de moza,
La aguada, el grillo, el zampal,
Años de lanza y romance,
Sangre que secó el viento al pasar.

Fuentes:
- Lily Sosa de Newton. "Diccionario bibliográfico de mujeres argentinas"
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

La Pasto Verde y el petróleo
Cuando el autor de “La Pasto Verde”, Marcelo Berbel habla sobre la venganza de doña Carmen Funes, seguramente se debe referir a que jamás se mencionó su nombre como la responsable del descubrimiento de petróleo en lo que es hoy Plaza Huincul. Su rancho de adobe se encontraba a un costado de la ruta 22 en Neuquén. Una acequia cercana le proveía de agua y esta cada día venía con olor más fuerte. Ninguno de los distintos remedios empleados para hacerla bebible daba resultado y el olor persistía. De modo que cada viajero que pasaba por la posta se llevaba en la memoria las quejas de la Pasto Verde por el agua con olor a querosén.

Tanto insistió con el tema que el Ministro de Agricultura de la Nación decidió mandar técnicos a revisar la zona. Doña Carmen los guió en sus exploraciones. Se cree que los albergó en su caso y les facilitó la tarea al conocer ampliamente el lugar. El doctor Keidel como encargado decidió hacer las primeras perforaciones y es allí en el pozo número 1, donde brotó la sangre negra de la tierra. ¡Petróleo!!. La cuenca neuquina comenzaba a desangrarse.

YPF no le pagó a doña Carmen los servicios prestados y su nombre jamás apareció en las conmemoraciones como precursora de la industria petrolera en esa región. Su sobrenombre, se piensa, se lo dieron los milicos fortineros allá por el 1879, cuando su donosura desafiaba al mismo viento, año y señor de la zona. Entró a Neuquén desde Mendoza, casada con un soldado fortinero chileno, apellidado Campos. Supo de la lucha del cuartel, pero sus veinte años tenían la fuerza para soportar los embates del destino. Allá por 1960 se le hizo un homenaje, se levantó un monolito, cerca de la tumba enmarcada por las cuatro rejas. Una simple rosa roja fue el anónimo homenaje a su memoria, cuyos pétalos, fueron rápidamente deshojándose en la arena.

Graciela Arancibia

- "Recortes de la historia" en el indice: HISTORIA ARGENTINA
Fuente: www.lagazeta.com.ar

MUJERES HEROICAS


Desde antes de la Independencia, las mujeres sirvieron a la Patria en diversas actividades, en la milicia o el ejército. Como apoyo desde la ciudad o acompañando a las tropas en campaña, hasta con niños y ancianos. Actuaron como guerreras, enfermeras, cocineras, pulperas, cantineras y “bomberas”, y siguieron a las milicias como guerreras o de apoyo a sus maridos y tropa en general, y hasta infiltradas en el enemigo para fomentar de deserción.

Algunas más conocidas, como Manuela Pedraza, Juana Azurduy, Macacha Güemes, La Delfina, Juana Moro, Carmen Funes ( “la Pasto Verde”), Santos Moreno ( "La Rubia Moreno" ) o Martina Céspedes y otras, rescatadas por pasajes de la historia, por el folclore y la tradición oral. Otras menos conocidas o ignoradas, cuyo hechos heroicos se han perdido en el tiempo, pero que vale la pena rescatar.

- Martina Céspedes
- Carmen Funes (La Pasto Verde)
- Manuela Pedraza
- Macacha Güemes
- Juana Azurduy
- Pepa. La Federala
- Juana Moro (La emparedada)
- Rubia Moreno

- "Recortes de la historia" en el indice: HISTORIA ARGENTINA

Fuente: www.lagazeta.com.ar

MARTINA CÉSPEDES



Durante las jornadas de lucha de las invasiones ingleses, doce soldados ingleses se metieron en la casa de doña Martina Céspedes, madre de tres hijas.

Doña Martina y sus tres hijas los recibieron cordialmente y les sirvieron bebidas con generosidad, hasta que los doce fiesteros ingleses terminaron totalmente en curda y encerrados en una pieza hasta que fueron entregados a Liniers por Doña Martina. Por la hazaña recibió el cargo de “Sargento Mayor con goce de sueldo y uso de uniforme”.
Según cuenta la historia, en vez de doce prisioneros, Doña Martina entregó solo once, porque según dijo, reservaba el faltante para que se casara con su hija menor.
La ocurrencia fue festejada por Liniers y sus acompañantes.

Fuentes:
- Elissalde Roberto. Historias ignoradas de las invasiones inglesas. p.96 Ed.Indugraf. Bs.As. 2006.
- Cutollo, Vicente Osvaldo. Nuevo diccionario biográfico argentino. T.2.p.278 Elche,Bs.As. 1969
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

OCUPACION DE CORRIENTES (14 de abril de 1865)

Paraguay solicita el paso por territorio argentino para auxiliar a los orientales, y mientras espera la respuesta hace la campaña sobre el Mato Grosso, que ocupa con facilidad. Mitre niega el paso y Urquiza se mantiene indeciso y jugando a dos puntas, como quedó dicho. López no espera más el escurridizo Urquiza y toma la resolución forzar el paso, como lo había advertido en la declaración de guerra, guerra ocultada por Mitre.

El 14 de abril de 1865 el general paraguayo Wenceslao Robles al frente de un guerte ejército de 14.000 infantes y 6.000 de caballería, toma sin resistencia al ciudad de Corrientes. Los paraguayos no fueron recibidos como invasores, y Robles mantiene la disciplina de las tropas, declarando que a la población que la guerra era contra Mitre,“auxiliar de los brasileños”.

Tres conocidos correntinos (Victor Silverio, Teodoro Gauna y Sinforoso Cáseres) de trayectoria son nombrados por el consejo municipal, y aceptados por Robles, como administradores de al zona ocupada. Víctor Silverio, amigo personal de Solano López, será después de la guerra juzgado y absuelto por “alta traición” . Declara que antes de asumir viajo a entrevistase con López en Asunción, quien le dijo:

“Va a entrarse en las operaciones que ha estado demorándolas el general Urquiza. No está en los propósitos de mi gobierno esperar la guerra del Brasil en el territorio de la reública, por muy ventajosa que ella sea. Allá donde tienen ensangrentado entre sus garras al Estado Oriental, es allá donde está señalado el campo de las batallas, y es allá donde el gobierno de la República debo ocurrir con sus ejércitos…pero media la república Argentina, que con su territorio separa a los combatientes. El gobierno del general Mitre ha negado el permiso solicitado, y por esto favorece importantemente al gobierno Imperial…El gobierno del general Mitre sabe que en la actividad de operaciones del ejercito y la armada paraguayos sobre el enemigo común, está la seguridad del éxito.

Sin la alianza del gobierno del general Mitre, el Brasil no hubiera osado agredir jamás la soberanía del Estado Oriental, y con la alianza del gobierno del general Mitre, hoy el gobierno Imperial lo amenaza todo” (A. Rebaudi. La declaración de guerra)

Silveiro compartía como muchos argentinos la opinión de López, y acepta el cargo ante la manifestación de López de que “el pueblo argentino nada debia temer , pues la guerra no era contra el pueblo sino contra sus usurpadores”, quien además le da seguridades de respetar la soberanía, los bienes y derechos de los correntinos. La junta declara a Mitre “traidor e indigno del acatamiento y obediencia de los pueblos” y los correntinos acatan a la junta y no ven un enemigo en el ejecito paraguayo.

Tal era la impopularidad de la guerra.

Fuentes:
- Castagnino L. Guerra del Paraguay. La Tripe Alianza contra los paises del Plata
- O´leary, Juan E. La Guerra de la triple Alianza.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar


COMBATE POZO DE VARGAS - 10 de abril de 1867

Lanzas contra fusiles

El 10 de abril de 1867, en torno al jagüel de Vargas, en el camino apenas saliendo de La Rioja a Catamarca, durante siete horas desde el mediodía hasta el anochecer, se libró la batalla más sangrienta de nuestras guerras civiles.

Los primeros días de abril el ejército “nacional” (mitrista) del Noroeste –reforzado con los veteranos del Paraguay y su brillante oficialidad y con los cañones Krupp y fusiles Albion y Brodlin que los buques ingleses habían descargado poco antes en el puerto de Buenos Aires- al mando del general liberal Antonio Taboada (del clan familiar unitario de ese apellido que dominó Santiago del Estero durante casi todo el siglo XIX), entró a la ciudad capital de La Rioja aprovechando la ausencia de su caudillo y obligó al coronel Felipe Varela a volver al sur para liberarla.

Al frente de los batallones de su montonera iban los famosos capitanes Santos Guayama, Severo Chumbita, Estanislao Medina y Sebastián Elizondo.

En plena marcha, el día 9 el caudillo invitó caballerescamente a Taboada “a decidir la suerte y el derecho de ambos ejércitos” en un combate fuera de la ciudad “a fin de evitar que esa sociedad infeliz sea víctima de los horrores consiguientes a la guerra y el teatro de excesos que ni yo ni V.S. podremos evitar”. Pero el general no era ningún caballero y no respondió. Ubicó sus fuerzas en el Pozo de Vargas, una hondonada de donde se sacaba barro para ladrillos, en el camino por donde venían las montoneras.

El sitio fue elegido con habilidad porque Varela llegaría con sus gauchos al mediodía del 10, fatigados y sedientos por una marcha extenuante, a todo galope y sin descanso. Mientras, los “nacionales” habían destruido los jagüeles del camino, dejando solamente el de Vargas, a la entrada misma de la ciudad, a un par de kilómetros del centro. Taboada les dejará el pozo de agua como cebo, disimulando en su torno los cañones y rifles; sus soldados eran menos que los guerrilleros, pero la superioridad de armamento y posición era enorme.

En efecto, la montonera se arrojó sedienta sobre el pozo (“tres soldados sofocados por el calor, por el polvo y el cansancio expiraron de sed en el camino”), y fue recibida por el fuego del ejército de línea. Una tras otra durante siete horas se sucedieron las cargas de los gauchos a lanza seca contra la imbatible posición parapetada de los cañones y rifles de Taboada. En una de esas Varela, siempre el primero en cargar, cayó con su caballo muerto junto al pozo. Una de las tantas mujeres que seguían a su ejército –que hacían de enfermeras, cocineras del rancho y amantes, pero que también empuñaban la lanza con brazo fuerte y ánimo templado cuando las cosas apretaban- se arrojó con su caballo en medio de la refriega para salvar a su jefe. Se llamaba Dolores Díaz pero todos la conocían como “ la Tigra ”. En ancas de la Tigra el caudillo escapó a la muerte.

Dolorez Díaz, "La Tigra" acompañaría por poco tiempo a la montonera. Tuvo la mala suerte de caer prisionera de Taboada, que la trasladó a Brachal, un verdadero "campo de concentración" de Santiago del Estero. Nada más se sabe de "La Tigra".(JMR.Guerra del Paraguay.p.270)

Al atardecer de ese trágico día de otoño se dieron las últimas y desesperadas cargas, y con ellas se terminaron de hundir todas las esperanzas de un levantamiento federal del interior en favor de la nación paraguaya de Francisco Solano López y la “guerra de la Unión Americana ”. Con un puñado de sobrevivientes apenas, Felipe Varela dio la orden de retirada, diciendo –despechado- al volver las bridas: “¡Otra cosa sería / armas iguales!”.

La retirada se hizo en orden: Taboada no estaba tampoco en condiciones de perseguir a los vencidos. Pero del aguerrido y heroico ejército de 5.000 gauchos que llegaron sedientos al Pozo de Vargas al mediodía, apenas quedaban 180 hombres la noche de ese dramático 10 de abril de 1867. Los demás han muerto, fueron heridos o escaparon para juntarse con el caudillo en el lugar que los citase, que resultó ser la villa de Jáchal. Pero Taboada también había pagado su precio: “La posición del ejército nacional –informa a Mitre- es muy crítica, después de haber perdido sus caballerías, o la mayor parte de ellas, y gastado sus municiones, pues en La Rioja no se encontrará quien facilite cómo reponer sus pérdidas”. En efecto, como nadie le facilitaba alimentos ni caballos voluntariamente, saqueó la ciudad durante tres días.

Alto, enjuto, de mirada penetrante y severa prestancia, Felipe Varela conservaba el tipo del antiguo hidalgo castellano, tan común entre los estancieros del noroeste argentino. Pero este catamarqueño se parecía a Don Quijote en algo más que la apariencia física. Era capaz de dejar todo: la estancia, el ama, la sobrina, los consejos prudentes del cura y los razonamientos cuerdos del barbero, para echarse al campo con el lanzón en la mano y el yelmo de Mabrino en la cabeza, por una causa que considerase justa. Aunque fuera una locura. Fue lo que hizo en 1866, frisando en los cincuenta años, edad de ensueños y caballerías. Pero a diferencia de su tatarabuelo manchego, el Quijote de los Andes no tendría la sola ayuda de su escudero Sancho en la empresa de resolver entuertos y redimir causas nobles. Todo un pueblo lo seguiría por los llanos. Varela era estanciero en Guandacol y coronel de la nación con despachos firmados por Urquiza. Por quedarse con el Chacho Peñaloza (también general de la nación) se lo había borrado del cuadro de jefes. No le importó: siguió con la causa que entendía nacional, aunque los periódicos mitristas lo llamaran “bandolero”, igual que a Peñaloza.

La muerte del Chacho lo arrojó al exilio en Chile. Allí leyó dolido sobre la iniciación de la impopular Guerra del Paraguay.

Además, presenció el bombardeo de Valparaíso por el almirante español Méndez Núñez, y se enteró con indignación que Mitre se negaba a apoyar a Chile y Perú en el ataque de la escuadra. Si no le bastara la evidencia de la guerra contra Paraguay, ahí estaba la prueba del antiamericanismo del gobierno de su país. Pero cuando conoció en 1866 el texto infame del Tratado de la Triple Alianza, (revelado desde Londres), no lo pensó dos veces. Dio orden que vendieran su estancia y con el producto compró unos fusiles Enfield y dos cañoncitos (los “bocones” los llamará) del deshecho militar chileno. Equipó con ellos a unos cuantos exiliados argentinos y esperaron el buen tiempo para atravesar la cordillera. Cuando se hizo practicable, al principio del verano, retornó a la patria mientras la noticia de Curupaytí con sus 10.000 bajas sacudía a todo el país. Como la plata no le daba para contratar artilleros, los bocones apuntarían al tanteo, pero Varela no reparaba en esas cosas. En lo que sí gastó su dinero fue también en ¡una banda de músicos!, para amenizar el cruce de la cordillera y alentar las cargas futuras de su “ejército”. Esa banda crearía la zamba, la canción épica de la "Unión Americana" en sus entreveros, la más popular de las músicas del Noroeste argentino.

A mediados de enero está en Jáchal, San Juan, que será el centro de sus operaciones. La noticia del arribo del coronel con dos batallones de cien plazas, sus dos bocones y su banda de música corrió como el rayo por los contrafuertes andinos. Cientos, y luego miles de gauchos de San Juan, La Rioja , Catamarca, Mendoza, San Luis y Córdoba sacaron de su escondite la lanza de los tiempos del Chacho, custodiada como una reliquia, ensillaron el mejor caballo y, con otro de la brida, galoparon hacia el estandarte de enganche.

A los quince días el coronel contaba más de 4.000 plazas con apenas 100 carabinas. No hay uniformes, ni falta que hacen: la camiseta de frisa colorada es distintivo suficiente; un sombrero de panza de burro adornado con ancha divisa roja (“¡Viva la Unión Americana ! ¡Mueran los negreros traidores a la patria!”) protege del sol de la precordillera.

A veces la divisa se ciñe como una vincha sobre la frente, evitando que la tupida melena caiga sobre los ojos. Y, ¡cosa notable!, hay una disciplina inflexible: un soldado de la Unión Americana debe ser ejemplo de humanidad, buen comportamiento y obediencia. Por las tardes, Varela les leía la Proclama que había ordenado repartir por toda la República :

“¡Argentinos! El pabellón de Mayo, que radiante de gloria flameó victorioso desde los Andes hasta Ayacucho, y que en la desgraciada jornada de Pavón cayó fatalmente en las manos ineptas y febrinas del caudillo Mitre, ha sido cobardemente arrastrado por los fangales de Estero Bellaco, Tuyutí. Curuzú y Curupaytí. Nuestra nación, tan grande en poder, tan feliz en antecedentes, tan rica en porvenir, tan engalanada en gloria, ha sido humillada como una esclava quedando empeñada en más de cien millones y comprometido su alto nombre y sus grandes destinos por el bárbaro capricho de aquel mismo porteño que después de la derrota de Cepeda, lagrimeando juró respetarla.

“Tal es el odio que aquellos fratricidas porteños tienen a los provincianos, que muchos de nuestros pueblos han sido desolados, saqueados y asesinados por los aleves puñales de los degolladores de oficio: Sarmiento, Sandes, Paunero, Campos, Irrazával y otros varios dignos de Mitre.

“¡Basta de víctimas inmoladas al capricho de mandones sin ley, sin corazón, sin conciencia! ¡Cincuenta mil víctimas inmoladas sin causa justificada dan testimonio flagrante de la triste e insoportable situación que atravesamos y es tiempo de contener! “¡Abajo los infractores de la ley! ¡Abajo los traidores de la patria! ¡Abajo los mercaderes de las cruces de Uruguayana, al precio del oro, las lágrimas y la sangre paraguaya, argentina y oriental!

“Nuestro programa es la práctica estricta de la constitución, la paz y la amistad con el Paraguay y la unión con las demás repúblicas americanas.

“¡Compatriotas nacionalistas! El campo de la lid nos mostrará el enemigo. Allí os invita a recoger los laureles del triunfo o la muerte vuestro jefe y amigo, el coronel Felipe Varela”.

Un día llega a los fogones de Jáchal donde se preparaba el ejército nada menos que Francisco Clavero, a quien se tenía por muerto desde las guerras del Chacho cuatro años atrás. Antiguo granadero de San Martín en Chile y el Perú, era sargento al concluir la guerra de la Independencia. Integrará bajo Rosas las guarniciones de fronteras donde su coraje y comportamiento lo hacen mayor. Don Juan Manuel lo llevará mas tarde al regimiento escolta con el grado de teniente coronel. Asiste a la batalla de Caseros –del lado argentino- y será con el coronel Chilavert el último en batirse contra la división brasileña del marqués de Souza. Urquiza, que prefería rodearse de federales antes que de unitarios, después de Caseros no admite su solicitud de baja y en 1853 estará a su lado en el sitio de Buenos Aires.
Con las charreteras de coronel otorgadas por Urquiza combate en el Pocito contra los “salvajes unitarios” y fusila al gobernador Aberastain después de la batalla.

Cuando llegan las horas tristes de Pavón debe escapar a Chile perseguido por la ira de Sarmiento, pero vuelve para ponerse a las órdenes del Chacho. Herido gravemente en Caucete, cae en poder de los “nacionales” que lo han condenado a muerte y tienen pregonada su cabeza. Sarmiento, director de la guerra, ordena su fusilamiento, que no llega a cumplirse por uno de esos imponderables del destino: un jefe “nacional” cuyo nombre no se ha conservado, compadecido del pobre Clavero, lo remite con nombre supuesto entre los heridos nacionales al hospital de hombres de Buenos Aires e informa al implacable director de la guerra que la sentencia “debe haberse ejecutado” porque el coronel “no se encuentra entre los prisioneros”.

Un milagro de su físico y de la incipiente ciencia quirúrgica le salva la vida en el hospital. No obstante faltarle un brazo y tener un parche de gutapercha en la bóveda craneana, abandona el hospital cuando llegan a Buenos Aires las noticias del levantamiento del norte. El viejo sargento de San Martín consigue llegar al campamento de Varela, donde todos lo tenían por muerto; se dice que, sin darse a conocer entre la tropa –donde su nombre tenía repercusión de leyenda- se acercó a un fogón, tomó una guitarra y punteando con su única mano cantó:

“Dicen que Clavero ha muerto,
y en San Juan es sepultado.
No lo lloren a Clavero,
Clavero ha resucitado”

El entusiasmo de los gauchos fue estruendoso, tanto que sus ecos retumbaron en Buenos Aires, donde los diarios se preguntaban por qué no se cumplió la sentencia contra el coronel federal, y quién era responsable por no haberlo hecho. La noticia de la resurrección de Clavero llegó hasta Inglaterra, donde Rosas, viejo y pobre pero nunca amargado ni ausente de lo que ocurría en su patria, seguía con atención la “guerra de los salvajes unitarios contra el Paraguay” y llegó a esperar que fuera realidad la unión de los pueblos hispánicos “contra los enemigos de la causa americana”. El 7 de marzo de 1867 escribe a su corresponsal y amiga Josefa Gómez (otra ferviente paraguayista), en una carta que se guarda en el Archivo General de la Nación : “Al coronel Clavero, si lo ve V., dígale que no lo he olvidado ni lo olvidaré jamás. Que Dios ha de premiar la virtud de su fidelidad”.

Pero volvamos al Quijote de los Andes, que después del desastre de Pozo de Vargas no se siente vencido. Entra a Jáchal entre el repique de las campanas y el júbilo del pueblo entero. A los pocos días sus fuerzas aumentan con los dispersos que llegan de todos los puntos cardinales y se dispone a marchar por los llanos. En los altos de la marcha, los sobrevivientes cantan la letra original de la zamba de Vargas.

Los “nacionales” vienen
¡Pozo de Vargas!
tienen cañones y tienen
las uñas largas.
¡A la carga muchachos,
tengamos fama!
¡Lanzas contra fusiles!
Pobre Varela,
que bien pelean sus tropas
en la humareda.
¡Otra cosa sería
armas iguales!

Luego el ejército mitrista se apropiaría de esa música y le cambiaría la letra a la zamba de Vargas.

El coronel es baqueano de la cordillera. Deja la villa y por escondidos senderos se interna en las montañas para caer por sorpresa en los lugares más inesperados. Es una guerra de recursos, difícil, pero la única posible cuando no se tienen armas y se sabe que la inmensa mayoría de la población le apoyará y seguirá. Como un puma se desliza entre sus perseguidores. No se sabe donde está. Diríase que está en todas partes al mismo tiempo. No es posible arrearse maneado un contingente de “voluntarios” para la guerra del Paraguay, porque los jefes “nacionales” siempre temen que Varela se descuelgue de los cerros y ponga en libertad a los forzados como hizo el otro Quijote, el de la Mancha , con los galeotes. Pero estos no le pagarán a pedrada limpia, sino que se le unen para seguir la lucha imposible por la alianza con las repúblicas de la misma sangre.

Cuerpeando las divisiones nacionales, Varela se desliza por los pasos misteriosos de la cordillera. En octubre, mientras se lo supone en San Juan y se lo espera en Catamarca, Varela baja de la cordillera con mil guerrilleros, esquiva a los “nacionales” que han corrido a cerrarle el paso, y al galope va a Salta donde espera proveerse de armas y alimentos. Toma la ciudad por una hora escasa (aunque los defensores contaban con 225 entre escopetas y rifles contra 40 de las montoneras). De allí siguió a Jujuy y por la quebrada de Humahuaca llegó a Bolivia, donde Melgarejo –en ese momento simpatizante del Paraguay- le dio asilo. En Potosí, Varela publicará un manifiesto explicando su conducta y prometiendo el regreso.

Cuando Mitre terminó su presidencia y lo reemplaza el candidato opositor Sarmiento, se esperó por un momento que terminase la guerra con Paraguay. No hubo tal cosa, y eso decide el regreso de Varela. (También que Melgarejo ha cambiado de opinión y ahora está muy amigo de Brasil).

El coronel, con escasos seguidores y sin armas de fuego, toma el camino de Antofagasta. Su hueste no alcanza a cien gauchos. La “invasión” amedrenta en Buenos Aires, que manda al general Rivas, al coronel Julio A. Roca y a Navarro a acabar definitivamente con el ejército gaucho. No tremolará mucho tiempo el estandarte de la Unión Americana en la puna de Atacama. Basta un piquete de línea para abatirlo en Pastos Grandes el 12 de enero de 1869. Los dispersos intentan volver a Bolivia, pero Melgarejo lo impide.

Toman entonces el camino de Chile. Dada la fama del caudillo, el gobierno chileno manda un buque de guerra para desarmar al “ejército”. Encuentran un enfermo de tuberculosis avanzada y dos docenas de gauchos desarrapados y famélicos. Les quitan las mulas y los facones y los tienen internados un tiempo. Después los sueltan, vista su absoluta falta de peligro. Varela se instala en Copiapó, donde morirá el 4 de junio de ese año. “Muere en la miseria –informará el embajador Félix Frías al gobierno argentino-legando a su familia que vive en Guandacol, La Rioja , sólo sus fatales antecedentes”.

Pero también debemos decir que Felipe Varela nos dejó a los argentinos –además de su magistral legado de hombría de bien, dignidad y coraje- una creación esencial de nuestro patrimonio cultural, al traer la zamacueca chilena que tocaban los músicos para distraer los ocios y entonar el combate de sus montoneras. Tal vez la tierra argentina y el acento del canto de los gauchos hizo mucho más lánguidos sus compases. Lo cierto es que en los fogones de Jáchal y en los llanos riojanos nacerá la zamba, que rápidamente se extenderá por toda la región.

Fuentes:
- Agenda de Reflexión Nº 271, Año III, Bs.As. Lanzas contra fusiles. Investigación histórica de José María Rosa.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

BATALLA NAVAL DE RIACHUELO – 11 de junio de 1865


Fue durante la Guerra con el Paraguay.

La escuadra brasileña se encontraba anclada en el Paraná, frente a las barrancas del Riachuelo, aguas abajo de Corrientes, donde el río tiene unas siete millas de ancho y se divide por una isla.

El mariscal López piensa en apoderarse de la escuadra, que estaba compuesta por unos nueve acorazados con sesenta bocas de fuego, o tomar al menos de algunos de sus buques. A tal fin López prepara en Humaitá una expedición con todos los buques de que disponía, unos diez vapores, ya unas cuatro chatas artilladas con algún cañón cada una.

La flotilla paraguaya parte al mando del Capitán Pedro Ignacio Meza en la noche del 10 junio de 1865 y debía aprovechar la sorpresa en la madrugada del día 11, pero un hecho fortuito les jugó en contra; al pasar tres bocas, el vapor Yberá tuvo una avería y se le desprendió la hélice, por lo que se vieron demorados varias horas, llegando al punto de encuentro a las 8 de la mañana, siendo advertidos por los tripulantes brasileños, que se prepararon para repeler el ataque.

El plan previsto era abordar los buques brasileños, pero increíblemente la escuadrilla pasó de largo aguas abajo frente a la escuadra brasileña, cañoneándose mutuamente a fuego vivo.

Después de un trecho, los paraguayos dieron la vuelta y volvieron y se aproximaron a los buques enemigos, con la intención de abordarlos, pero según atestigua Thompson, los ganchos de abordaje no fueron adecuados ni suficientes:

“Los paraguayos cometieron el grave error –dice Thompson- de pasar primero frente a los brasileños en vez de aproximarse rápidamente a ellos. Perdieron así un precioso tiempo que ellos aprovecharon para aprestarse al combate. Además, los paraguayos no llevaron garfios para amarrarse debidamente” (Thompson. La guerra del Paraguay, p.87)


El almirante brasileño Francisco Manuel Barroso da Silva, en principio no supo que hacer y trató de retirarse al sur, pero fue hostigado duramente desde las baterías de tierra que el Mayor José María Bruguez había dispuesto en la barranca. Centurión, en sus “Memorias”, refiere que el almirante Barroso, del susto no supo que hacer y se entregó a las directivas de un práctico correntino, que así ofició de almirante de la escuadra.

El acorazado brasileño “Jiquitnhona” encalló en un banco, y el “Paranahiba” no alcanzó a pasar, sufriendo ambos grandes averías. El resto se vio envuelto en la batalla.

El Paranahiba fue abordado por los paraguayos, refugiándose parte de la tripulación en la bodega y el resto tirándose el agua. Los paraguayos izaron la bandera paraguaya pero el buque fue desalojado luego que el “Amazonas” barriera la cubierta.

El Belmonte (brasileño) recibió varios impactos y quedó semihundido contra la barranca. El “Paraguari” recibió un proazo y quedó varado en al costa y el “Márquez de Olinda”, (paraguayo) sufrió averías en la caldera y quedó fuera de combate.

Luego de ocho horas de encarnizado combate se retiran lentamente los paraguayos seguidos por los brasileños sin muchas ganas de alcanzarlos, y hostigados desde tierra con la artillería volante, ser retiran los brasileños hacia el sur, quedando la escuadra inactiva durante 10 meses.

En la acción intervino con un frágil lanchón el sargento mayor José María Fariña, el héroe de Itapirú. El capitán Meza cayó gravemente herido y trasladado a Humaitá, murió el 28 de junio.

Fuentes:
- García Mellid. Atilio. "Proceso a los falsificadores de la historias del Paraguay"
- Thompson George. La guerra del Paraguay.
- Castagnino L. Guerra del Paraguay. La Tripe Alianza contra los paises del Plata
- Riquelme Manuel. Compendio de la guerra de al Triple Alianza
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

Rosas: La dureza necesaria


Como todos los políticos natos, Rosas era antes que nada un hombre de acción, una energía desbordante que debía traducir en creaciones.

Si comparamos su carrera con la de los grandes tipos de políticos que nos muestra la historia desde un César a un Mirabeau, observaremos sorprendentes analogías sobre todo en ese aspecto de la actividad infatigable orientada hacia lo concreto. Ese tipo humano representa el polo opuesto al contemplativo de gabinete, al intelectual que se paga de teorías, en quien suele suscitar una antipatía natural que huye con desdén puesto que triunfa donde aquél fracasa; lo cual no significa que sea menos inteligente puede serlo más . Debe servir a su necesidad de hacer. La de Rosas era eximia y sin duda cultivada por toda clase de lecturas en los forzados ocios camperos, como se advierte en la precisión y la frecuente elegancia de su estilo epistolar y burocrático. Pero necesitaba aplicarla a empresas creadoras, y así fue como independizado desde muy joven de su severo hogar patricio fue a trabajar al campo, fundó estancias, estableció industrias, administró bienes propios y luego por la confianza que inspiraba ajenos, e hizo una sólida fortuna.

Sabía que la solución estaba en la causa de los pueblos, identificada con el federalismo. Pero el peligro próximo del federalismo era la desintegración. Tal era el argumento de los directoriales y los unitarios que habían pretendido conjurarla mediante la intervención militar y la constitución centralista sin otro resultado que exacerbar el patriotismo local y el odio a Buenos Aires.

Esa política nos había ocasionado la pérdida de las provincias altoperuanas, del Paraguay y de la Banda Oriental y no era probable que el movimiento se detuviese allí pues ya integraban los emigrados en la Mesopotamia por el Este en Cuyo por el Oeste y en Jujuy y Salta por el Norte. A la tarea, de conciliar dos términos aparentemente contradictorios la autonomía con la unidad se aplicó Rosas con todas las fuerzas de su alma y todos los recursos de su indudable genio político y triunfó en ella, venciendo obstáculos que a cualquier otro habrían resultado insalvables: recelos e intrigas internas, calumnia sistemática, resistencia amada, intervención extranjera.

Era natural que, para lograr su objeto, se erigiera en único juez de sus medios por ser el único que dominaba la totalidad de las circunstancias atento por su situación como por su comprensión excepcional de la realidad concreta. ¿Cómo reprocharle que haya sido a veces duro, si él consideraba en dureza necesaria? En esas ocasiones es casi seguro que tenía razón y que las ejecuciones capitales que ordenó para salvar la patria asumieron un carácter de sacrificio de sangre ineludible y casi diríamos sacramental. Sea esto dicho para encarar de frente el cargo más constante contra el Restaurador sin aceptar por ello que haya sido especialmente sanguinario. La crítica histórica ha demostrado que las "tablas de sangre" de sus adversarios se hallan tan cargadas como las que a él se le atribuyen, sin justificarse por los resultados, desde Dorrego hasta Chilavert y el Chacho.

Si es así, ¿cómo se explica su leyenda? En el fondo no tiene otro origen que la antipatía tradicional en la América hispana, del especulativo (fraile o leguleyo) contra el activo (encomendero o militar), del hombre de toga o levita contra el de espada o lanza. Basta leer las expresiones con que se refieren a él en su correspondencia los unitarios desterrados desde los comienzos de su gobierno, es decir, mucho antes de que hubiera realizado ningún acto de rigor. Es el bárbaro, el salvaje, el "gaucho bruto" ¡Ah! los escrúpulos de los tenderitos graduados en el colegio y que se sienten muy superiores a sus compatriotas porque abominan de España y de la religión, ante el magnífico campesino que acaba de frustrar sus esperanzas de imponer al país el reinado de sus "luces".
(1954)

Fuentes:
- Castagnino Leonardo. Juan Manuel de Rosas, Sombras y Verdades
- Chavez, Fermín. La vuelta de Don Juan Manuel
- Palacio, Ernesto.(*)
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

(*) Ernesto Palacio (1900 1979).Bonaerense. Colaboró en Martín Fierro y utilizó el seudónimo de Héctor Castillo o las siglas E.P. y H.C. Fundador, con otros, de la Liga Republicana, 1929. Inicialmente simpatizó con el anarquismo. Autor de Catilina contra la plutocracia en Roma, 1935; El espíritu y la letra, 1936; La historia falsificada, 1939; Teoría del Estado, 1949; e Historia de la Argentina, 1954. Cofundador del Instituto de I. Históricas Juan Manuel de Rosas. Diputado Nacional, 1946-52.

EL BATALLÓN DE AQUINO

Los veteranos federales

En vísperas de Caseros, ante la capitulación de Oribe en la Banda Oriental, un batallón federal pasa a las órdenes del coronel unitario Pedro León Aquino, amigo de Sarmiento. Son quinientos gauchos que han servido fielmente a Rosas durante más de quince años, en la lucha contra Lavalle, la revolución del sur y en el asedio de Montevideo. Son veteranos de las tropas de Oribe, pasados por la fuerza al ejército de Urquiza, al mando de oficiales unitarios. Solo quedarán los oficiales federales Aguilar y Guardia.

Habían dejado en sus pagos, mujeres e hijos sin pedir nada a cambio, y permanecieron más de quince años padeciendo privaciones y vitoreando a Rosas en cada batalla. Esos soldados no estaban conformes de combatir a las órdenes de oficiales unitarios que habían sido siempre sus enemigos, y deciden rebelarse.

La rebelión

Al pasar a Santa Fe, la tropa se subleva en la noche convenida, y dando muerte a Pedro Aquino y a todos los oficiales unitarios, marchan hacia Santos Lugares, donde son recibidos con vítores de admiración. Desde el Fuerte Federación (actual ciudad de Junin) dan aviso que vienen a incorporarse al ejército de Rosas. Son gauchos pobremente vestidos, rostros envejecidos y cuerpos con heridas de largas luchas federales, que regresan después de muchos años de sacrificios, a dar muestras de lealtad a Rosas, dispuestos a ponerse a las órdenes de “nuestro Gobernador”.

“Cuando esos gauchos veteranos llegaron al campamento de Santos Lugares –relata Antonino Reyes, que los recibió- el aspecto era imponente: sus ropas gastadas y hechas andrajos en la laboriosa campaña que habían hecho, llevando sus armas victoriosos en todas las batallas en que se habían hallado; unos habían envejecido, otros mutiládose por las heridas recibidas en los combates; venían después de once años de ausencia de la patria y del hogar a ver lo que encontraban de sus familias. Y sin embargo de todo eso, venían contentos de haber llenado su deber, a presentarse al Ilustre Restaurador de las Leyes, como ellos decían, a combatir a su lado contra sus enemigos. No había uno sólo que disintiese de esa voluntad, era uniforme, era el deseo de no parar hasta no llegar a la presencia de señor gobernador a quién querían ver.

Mucho trabajo me costó poder contenerlos allí con promesas que haría presente al señor gobernador su llegada y sus deseos, y que aguardarían su contestación.

Efectivamente esperaron con el caballo de la rienda. Así que regresó el chasqui que yo había despachado con aquel mensaje, lo rodearon y me pidieron que leyera el mensaje de Su Excelencia.

Abrí y leí en rueda de cabos, sargentos y oficiales lo que disponía el señor gobernador; que esperasen y que al día siguiente iría a verlos.

Al día siguiente, a la oración, llegó el gobernador. Yo presencié el momento en que entró a caballo en el centro de los cuadras donde estaban aquellos hombres alojados. En el acto se reunieron a su alrededor todos vitoreándolo, le besaban las manos, lo abrazaban y lo estrechaban con todo cariño. Allí estuvo con ellos mucho rato, y seguido de los más, fue a su alojamiento donde se sentó rodeado de muchos de ellos, hasta que pasado un tiempo lo dejaron ocuparse de sus asuntos del servicio”.

La confesión

Sarmiento opinará: “Estos soldados y oficiales carecieron diez años de abrigo, de techo y nunca murmuraron. Comieron sólo carne asada en escaso fuego y nunca murmuraron. Tenían por él, por Rosas, una afección profunda, una veneración que disimulaban apenas…¿Qué era Rosas, pues, para esos hombres? ¿O no son hombres esos seres? Reconocía así Sarmiento en esa gente las virtudes de las cuales él carecía.

El vencedor de Caseros se ensañará con “el batallón de Aquino”, fusilando y colgando de los árboles de Palermo a todos los sobrevivientes de batallón, incluidos oficiales y soldados, ofreciendo por varios días un espectáculo macabro que impresionó hasta visitantes de la ciudad y a los representantes extranjeros.

Testimonio

El general Cesar Díaz, jefe del ala izquierda del ejército de Urquiza, relata en sus memorias:
“Un bando del general en jefe había condenado a muerte al regimiento del coronel Aquino, y todos los individuos de este cuerpo que cayeron prisioneros fueron pasado por las armas. Se ejecutaban todos los días de a diez, de a veinte y más hombres juntos. Los cuerpos de la victimas quedaban insepultos, cuando no eran colgados en algunos de los árboles de la alameda que conduce a Palermo. Las gentes del pueblo que venían al cuartel general se veían a cada paso obligadas a cerrar los ojos para evitar la contemplación de los cadáveres desnudos y sangrientos que por todos lados se ofrecían a sus miradas; y la impresión de horror que experimentaban a la vista de tan repugnante espectáculo trocaba en tristes las halagüeñas esperanzas que el triunfo de las armas aliadas hacía nacer. Hablaba una mañana una persona que había venido a la ciudad a visitarme, cuando empezaron a sentirse muchas descargas sucesivas. La persona que me hablaba, sospechando la verdad del caso me preguntó “¿Que fuego es ese?” “Debe ser ejercicio”, respondí yo sencillamente, que tal me había parecido; Pero una persona que sobrevino en ese instante y que oyó mis últimas palabras, “Que ejercicio, ni que broma – dijo – si es que están fusilando gente”
(Memorias inéditas del general Cesar Díaz. P.307. cit.por A.Saldias.t.III.p357)

Nótese que esta salvajada de Urquiza es relatada por un general de su propio ejercito, lo que libra al testimonio de toda sospecha de falsedad.

Fuentes:
- Rosa, José María – Historia Argentina.
- Saldías Adolfo. Historia de la Confederación Argentina.
- Ibarguren Carlos. Juan Manuel de Rosas. Su vida, su drama, su tiempo.p.284.
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

“EL SABIDO CORRESPONDENTE” - Más sobre Pedro Duval

Saladero de la época

“EL SABIDO CORRESPONDENTE”
(o “El conocido corresponsal”, en portugués)

Históricamente Brasil ambicionó dominar una margen del Río de La Plata para comunicar su Mato Groso y hasta dominar o ejercer su influencia sobre Paraguay, (parte de “las Provincias Unidas del Río de la Plata) al que finalmente le tomó parte del chaco Paraguayo y la Misiones Orientales (con la complicidad de Mitre, por cierto). Esta política los impulsó desde siempre a conquistar también la Banda Oriental, o al menos a lograr su separación de las Provincias del Río de La Pata. También hubo intentos de separar Entre Ríos y Corrientes para formar una “República de la Mesopotamia”, por partes del imperio, tal como lo ofrecieron los unitarios de Montevideo a Inglaterra mediante la gestión de Florencio Varela ante Aberdeen (1844) en la corte de Inglaterra, tradicional aliado de brasil desde el siglo XIII. Inglaterra, fiel a su tradición del “divide y triunfarás” y a su “No tenemos perpetuos aliados ni eternos enemigos. Nuestros intereses son lo perpetuo y lo eterno.” (Lord Palmerston) no dio el visto bueno de conquista a brasil, y prefirió la separación en estados menores independientes. “El gobierno no ha traído a la América a la familia real de Portugal para abandonarla y la Europa (Inglaterra) no permitirá jamás que dos estados sean dueños exclusivos de las costa orientales de la América del Sud, desde más allá del Ecuador hasta el Cabo de Hornos” (Lord Ponsonby)

Esta política unitario-inglesa-brasilera, produjo innumerables refriegas con la Provincias del Río de la Plata y con la Confederación Argentina, que llevó hasta la guerra contra el imperio de Brasil, derrotado en Ituzaingo por el ejecito Argentino, no obstante lo cual cede la dominación de la banda oriental al Brasil, (como si hubiéramos sido derrotados), por obra y gracia de nuestro de nuestro “ilustre” Rivadavia, que prefería tener el ejercito en Bs.As. para aplastar al interior “a palos y cueste lo que cueste” (Agüero). Esta escandalosa capitulación después de la victoria, produjo tal efervescencia y descrédito de Rivadavia, que aunque quiso poner de chivo expiatorio a García, tuvo que abandonar el gobierno. (con lo, a decir verdad, nos libró para siempre del “sapo del diluvio”) “Estando (Rivadavia) en sus últimas boqueadas (last gasp) pero aún no muerto –informa Lord Ponsonby al Foreign- vio en el rechazo del convenio de García una última esperanza de salvarse apelando a las pasiones patrióticas y presentándose él mismo como el salvador de la Patria”

Dorrego quiso retomar la guerra ganada, pero el Banco de Bs.As. (dominado por los accionistas ingleses) le negó todo recurso: "no facilitarle crédito sino por pequeñas sumas para pagos mensuales" (instrucciones de Lord Ponsonby a los accionistas del banco). Convencido Lavalle (la Espada sin cabeza) por los iluminados como Del Carril y Agüero, derrocó y fusiló sin mas trámite a Dorrego, gobernador legal de la Provincia de Bs.As.

Rosas consideraba a Paraguay parte integrante de la Provincias del Río de La Plata, y no pretendió anexarla por la fuerza a la Confederación, sino que le dio el trato de “Provincia”, tratando de atraerla por convencimiento y no por la fuerza. Similar política tuvo con Bolivia y la Banda Oriental, apoyando con el ejercito a argentino al general Oribe, presidente electo del Uruguay y desplazado por la ingerencia brasilera.

Por otro lado Río Grande do Sul trató de independizarse del imperio a través de la revolución de los “farraphos”, que pidieron auxilio a Rosas, y hasta tuvieron intenciones de unirse a la Confederación Argentina.

Esta situación política mantuvo una situación de estado latente de guerra con el imperio, incluido espionaje y contraespionaje de ambas partes, que llevo casi a la guerra con brasil, (ganada de antemano por la evidente superioridad argentina) y que finalmente terminó en el derrocamiento de Rosas por la traición del Urquiza, jefe del ejército de vanguardia, que se pasó con todo su ejercito al bando enemigo en vísperas de la guerra.

Durante esa guerra diplomática de intrigas y de espionaje, Andrés Lamas y Alsina comienzan a recibir, a través Juan Nepomuceno Madero, información confidencial y reservada desde Buenos Aires, que retransmiten al encargado de negocios de Itamaraty, Rodrigo de Souza da Silva Pontes. Los informes eran remitidos desde Buenos Aires por Pedro Duval a Madero, y a veces directamente a Lamas o al mismo Ponte de Ribeiro en Río de Janeiro.

Los informes eran de tal precisión y detalle, que solo podría conocer alguien muy cercano a Rosas o a sus ministros. Pasaba información relacionada con movimientos del ejército, diplomacia, correspondencia secreta y hasta cosas intimas como el humor del Restaurador. Los informes tuvieron tal credibilidad para los brasileros, que muchas veces guiaron su propia política y sus pasos, a tal punto que el ministro brasilero, por desconfianza, llego a prescindir de sus secretarios para redactar sus informes.

Pero, ¿cómo haría este Pedro Duval para conseguir la información, que siendo un empleado del correo sin acceso al circulo de Rosas, conocía tantos detalles, y trasmitía por correspondencia manuscrita por su letra?.  ¿Obtendría los informes de algún allegado a Rosas, o algunos de sus ministros o secretarios, Reyes, Pedro de Angelis, Felipe Arana? No se supo que recibiera dinero por el servicio ni como ni con quien sustraía tan valiosa información. ¿Sería algún infiel de Rosas que le daba información? ¿Algún despechado? Lo cierto es que se enviaban informes reservadísimos, por vía Madero-Lamas-brasil y el propio Madero pide a Lamas “mucha reserva y circunspección; está en riesgo un pescuezo y de un bueno y útil servidor”. Madero protegía a su informante directo Duval y a su vez al secreto informante de éste.

Pero ¿quién era este secreto informante, tan allegado a Rosas? Las sospechas caían sobre el propio Felipe Arana o su amigo Pedro de Angelis, redactor del “Archivo Americano”. El historiador brasilero José Antonio Soares de Souza deduce que es Pedro de Angelis, vinculado a Pontes, amigo de Madero y Varela y de la confianza de Arana y el propio Rosas. Pero ¿por qué lo haría? Por dinero, por convencimiento o por solo gusto de la intriga y la traición? Lo cierto es que después de la caída de Rosas, Duval siguió con su empleo en el correo, y de Angelis fue respetado por los vencedores de Caseros, y hasta recibió cierta ayuda económica en Brasil.

El historiador José María Rosa da cuenta de una carta descubierta en el Archivo de Rosas que dice textualmente: “Llegó hace dos horas la “Carmen” y hasta ahora no tengo ninguna suya. Le pido me informe sobre la misión del nuevo comisionado Terreros. He visto en una carta, de ésa del 20 que han llegado algunos delegados de las provincias ofreciendo todo. Insisto sobre la misión de Terreros y sobre el papel de Southern para trabar la acción de Brasil (que no podrá) y lo que haya comunicado Oribe. Después de lo que escribí a usted solo podré agregarle que lo único que se espera para empezar por todas partes es el regreso del comisionado de Urquiza que se espera en el Golphino por momentos. Resumiendo: el 13 salían del Janeiro dos vapores para conducir al Río Grande 400 hombres de línea (cazadores) para estar en la escuadrilla brasilera. Grenfell esta deseando empezar, y empezará de un modo firme y de frente. Vamos a ver si por ahí ayudan cuando llegue el momento. B”. La carta firmada por Nepomuceno Madero (B) y dirigida al sabido correspondente, fechada en Montevideo el 22 de mayo de 1851 fue respondida punto por punto por el sabido correspondente, tal como informa Lamas a Alsina en carta del 27 de mayo: “Llegó esta mañana el Esk con fechas de ayer. El gran corresponsal algo dice (aquí los informes). Por supuesto el corresponsal aconseja, clama y repite que se obre pronto, pronto” (Carta de Lamas a Alsina que se encuentra en el archivo de Montevideo, Legajos de Lamas, caja 89, legajo 19. según el historiador J. M. Rosa.)

Releyendo la carta en que Madero le pide informes al corresponsal, es evidente que no solamente pide informes, si no que los proporciona: que el comisionado de Urquiza llegará en el Golphino, que salieron 400 hombres para reforzar el ejército brasilero y que el almirante Grenffel estaba dispuesto a dar inicio inmediato de las acciones, etc.

Ahora bien, si la carta remitida por Madero al “corresponsal” (Duval) está en poder de Rosas, y aun así aquel puede responder a Madero sin ser molestado, es evidente (y así lo deduce el JM Rosa en su artículo “El misterio del Sabido Correspondente”) que la carta fue directamente dictada por el Rosas a Duval, (o a alguien que imitara su letra). No era otro que el mismísimo Rosas (por intermedio de Duval, de Angelis y Madero que jugaban de su parte) que valiéndose de los unitarios de Montevideo, trasmitía al imperio informaciones veraces pero intrascendentes y a su vez recibía valiosa información del enemigo. Por intermedio del Sabido Correspondente condicionó las actitudes de Brasil, engañado por años en cuanto a las verdaderas relaciones del la Confederación con Inglaterra y Francia, movimiento o preparación de tropas, etc. El impecable José María Rosas en su artículo dice "¡Gaucho pícaro y taimado, que supo engañar a hombres tan hábiles como los diplomáticos del Imperio!".

Bibliografía:
“Historia Argentina” (José Maria Rosa)
“La Caída de Rosas” (J. M. Rosa)
“El misterio del Sabido correspondente” (J. M. Rosa)
“Rosas y la Política Exterior” (Enrique Arana)
“Final de la Guerra Grande” (Manuel Fonseca)
“La Guerra Grande” (Alberto de Herrera)
“Acusación y Defensa de Rosas” (Rodolfo Trostine)

Fuente: www.lagazeta.com.ar
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Más sobre Pedro Duval y cuestiones relacionadas.

El primer saladero para exportación en la provincia de Buenos Aires lo instaló en 1798, Agustín Wright; estaba próximo a la Ensenada de Barragán. Wright era hijo de Charles Wright (Inglaterra 1720 - Bs. As. 1793) y de María Martina Prans.

Según el enjundioso “Diccionario de Británicos en Buenos Aires” de la historiadora Maxine Hanon, Charles había tenido la concesión de importar a América esclavos negros; al revocarse este tráfico se quedó en el país y adquirió en Entre Ríos la estancia Inbicuy, aquí se casó con María Martina, criolla, el 20 de julio de 1744 y se convirtió al catolicismo. Tuvo siete hijos entre ellos Agustín que se casó con María Estanislada Tartas y murió el 2 de agosto de 1817.

John I. y Edwin Clark, hijos de William y Catherine Watson, llegaron al Pago de la Magdalena a comienzos del siglo XIX. Pertenecían al grupo de paisanos que Wright convocó a partir de 1789, para instalarse con fábricas de carne salada en la Ensenada de Barragán. Lo siguieron los Staples y los Mac Neal. Luego, el francés Pedro Duval se asoció con Juan Isidoro Clark con dicho fin. Este, a su vez, se asocia con Robert Nalder Taylor
Siguiendo el diccionario de Maxine Hanon, Robert N. Taylor era hermano de Frederick Thomas Taylor, hijos ambos de Thomas y Susan Nalder, que murió en Quilmes el 12 de mayo de 1861. Frederick tuvo una importante estancia en Ensenada llamada “La Paloma”. Esta propiedad fue precisamente descripta por el viajero William Mac Cann.
Robert había llegado al país, aproximadamente en 1830 y en 1839 compró la chacra “Los veinticinco ombúes” de los Hudson, 127 hectáreas que vendió en 1841 a James Brown. Fue administrador de la chacra de Quilmes de su hermana Mary y murió el 22 de marzo de 1863.
Un hijo de Frederick, Joseph George, a quien llamaban "don Pepe", que había nacido a bordo del buque Thalía cuando sus padres emigraban a la Argentina, se casó con Catalina Meals, hija de Félix Meals el segundo maestro, después de José Rosende, que ejerció en el pueblo de Quilmes. 

Edwin Clark se casa con la hermana de los Taylor, Mary, inglesa, y se instala en Quilmes en una chacra de 115 hectáreas pegada a la de Juan Isidoro, que luego la adquiere en parte. Edwin ya separado de su mujer muere en Quilmes en 1850. Mary murió en 1884. Tuvieron cinco hijos: Susan, Ema, Edwin, John y Robert. Estos dos últimos residieron en Quilmes. El primero se casó en 1872 con su prima Elyzabeth Clark (viuda de Semple) y Robert Clark con otra prima, María Taylor, hija de Frederick.

Juan Isidoro Clark nació en Yokshire, Inglaterra en junio de 1800. Vino a la Argentina en 1825. En 1827 llegó a Quilmes y en 20 años realizó progresos asombrosos que William Mac Cann en sus memorias describe al detalle. Dio pujanza y modernidad a los establecimientos saladeriles que crearan con los Taylor: “La Materna” y “La Bella Vista”, donde él, a su vez, abrió una casa de ramos generales llamada “La Banderita”. 

Cuando desapareció la industria de la carne salada con la aparición de los barcos frigoríficos del mismo modo tuvo un exitoso cometido con las actividades agrícola-ganaderas y de granja. Además de las nombradas también fue propietario de “La Chacra vieja”, “El Azotea”, “Los Pinos”, “La Quinta Grande”, una estanzuela en Ensenada y otras dos en Magdalena y Melincué. Su esposa fue Ann Mary Whitaker. Fueron sus hijos. Elizabeth (*26/1/1840) casada con James Semple y en segundas nupcias con John Nadler Clark, su primo; Charles (29/3/1842), casado con Bárbara Semple, hija de un primer matrimonio de James Semple, el primer marido de su hermana Elizabeth; Ann Mary (7/11/1847) casada con Albert Barnett y establecida en Inglaterra.
Juan Clark murió el 23 de febrero de 1874 dejando una fortuna de 18.000.000 de pesos plata. Su mujer murió en Quilmes tres años después.
 
Es una de las primeras familias inglesas que se instala con residencia fija en el casco urbano del pueblo. Los ingleses, por lo que se conoce en estas costas, y sobre todo los que manejaban la industria saladeril, no tuvieron inconvenientes políticos durante la gobernación de don Juan Manuel de Rosas. E incluso como lo manifiesta Guillermo Hudson en “Allá lejos y hace tiempo”, lo miraban con cierta admiración. Los Clark profesaban el culto presbiteriano.
El gentilicio “inglés” en esta parte de América se refería a todos los que hablaban la lengua inglesa, ya sean escoceses, irlandeses, galeses o ingleses propiamente dichos. La inmigración británica más numerosas en el Pago de la Magdalena, el Partido de Quilmes, fue la escocesa y luego la irlandesa.
En la diversa documentación hallada, los nombres y apellidos sufren variadas modificaciones, cambios y la castellanización de algunos de ellos, como por ejemplo Edwin, por Eduardo; Melville Sewell por Miguel Sebastián; Yeates o Yates; Batte ó Bate, etc. La repetición exagerada de los mismos nombres en una familia se presta a confusión para identificar a cada individuo, principalmente cuando hay contemporaneidad, como sucede con los Clark: John, Robert, Mary, etc.
Don Juan Clark Watson, fue electo municipal en 1855 por sufragio. Las primeras elecciones que se realizaron con ese fin después de la supresión de los Cabildos en 1821. 

Integraron este primer Concejo municipal además de Clark, el doctor don José Antonio Wilde, también de origen británico y el segundo médico con que contó el pueblo y la campaña de Quilmes, Rufino Fornaguera y el Preceptor don Robustiano Pérez como secretario. Le cupo a esta administración la tarea de empezar a “diseñar” el pueblo. Se encargó de la limpieza de calles y plazas, arrancando maleza y cicuta; de acondicionar los caminos especialmente el que conducía a Buenos Aires y a La Ensenada; más otras mejoras urbanas.


BATALLA DE CURUZÚ (3 de setiembre 1866)

(Guerra del Paraguay)

Momentos previos.

Después de la batalla del “Sauce”, el ejército aliado quedó inactivo y desmoralizado por una campaña larga y llena de sorpresas, en que las victorias resultaban desastres, y el enemigo, aniquilado hoy, reaparecía mañana con mayor ímpetu. Hacía cuatro meses que habían invadido territorio paraguayo, y aun continuaban entre los brazos del Bellaco sin poder dar un paso adelante, -según Mitre- “por la falta de medios de movilidad”

Ante esa situación, el jefe de la escuadra brasileña, Almirante Tamandaré, propuso a su pariente Porto Alegre a proseguir las operaciones con tropas brasileñas exclusivamente, siguiendo la ribera del Paraná, apoyado por la escuadra.

En la junta de guerra reunida en Tuyutí el 18 de agosto de 1866, Mitre tuvo que avenirse a la decisión de los brasileños. Se resolvió que Porto Alegre, con una fuerte columna apoyada por Tamandaré y por la artillería, tomaría Curuzú y Curupayty. Como siemre, el soberbio Tamandaré prometia como en otras ocaciones -sin cumplirlo- : "...en duas horas eu descangalharei tudo iso" .

Mitre, que veía de esa forma menoscabada su autoridad, y privado del mérito de la próxima victoria, tomó “la pluma gloriosa”, y ese mismo día le dirige una nota a Porto Alegre donde le manifestaba que iba a “munirlo de todos los conocimientos y demás que en tales casos son de regla”.

Según Juan E.O´Leary, “los conocimientos y demás” se redujeron a una serie de indicaciones pueriles que no serían aceptadas por el orgulloso brasileño. Entre otras cosa le decía que habiéndose establecido que “bastaban 5 o 6 mil hombres para efectuar la operación proyectada”, y que “siendo una operación combinada de duración limitada”, obrase "de acuerdo y bajo las órdenes de Tamandaré”...

Porto Alegre le contestó con altivez que el Almirante había opinado en la junta que el número “no debía bajar de 7.000 hombres” y que por lo tanto marcharía con 8.391. Con respecto a actuar bajo las órdenes de Tamandaré, se negó, por cuanto “la antigüedad de su patente le impedía ocupar semejante posición”.

Alarmado Mitre por la actitud de Porto Alegre, convoca a una junta para aclarar la posición. Nadie le negó a Mitre la jefatura otorgada en el Tratado de la Triple Alianza, con lo que quedó satisfecho...y nada cambió.

El 1° de setiembre se embarcan 8.345 hombres de las tres armas y a las 9,45 fondean en la desembocadura de la "Laguna Piris". A las once comienza el bombardeo de la escuadra sobre Curuzú y Curupayty sin cauzar mayor daño, contestada por los paraguayos, con inferior armamento.

Curuzú estaba a media legua de Curupayty, con defensas que se extendían desde la barranca hasta una laguna próxima, y 13 cañones de distinto calibre. Contaba con 2.500 hombres.

Las acciones

El 3 de septiembre, después de un bombardeo, los brasileños en tres columnas inician el asalto. Intentan forzar inútilmente la trinchera pero son rechazados varias veces con grandes pérdidas, hasta que se percatan que la laguna era vadeable.

Atacados por retaguardia los paraguayos se defendieron con bravura en su posición, con arma blanca. Para ver lo que fue aquel heroico entrevero, reproducimos lo narrado por Thompson: “Un soldado paraguayo y otro brasilero, se arrojaron uno sobre el otro, tan ferozmente, que se traspasaron simultáneamente con sus bayonetas”.

Los brasileños se quedaron con la victoria. Según el Coronel Centurión los paraguayos tuvieron 700 muertos y 1.500 heridos; según Río Branco, los brasileños tuvieron 900 hombres fuera de combate.

Cuando el Mariscal López se enteró que el enemigo había forzado esa posición fortificada, llamó apresuradamente al entonces Capitán Bernardino Caballero, ordenándole que fuese de inmediato con su regimiento a Curupayty para tratar de detener el avance del vencedor.

Sucumba, si es preciso

“Sucumba si es preciso” -le dijo López, según refirió más tarde el ya glorioso general-, “pero no dé un paso atrás, que en seguida le alcanzará el General Díaz con la infantería, para darle protección”.

Caballero llegó al punto indicado cuando aparecían las primeras partidas de derrotados, perseguidos por la caballería brasileña, pero la sola presencia del regimiento los hizo retroceder, desistiendo de la toma de Curupayty, tal cual había sido convenido.

Momentos más tarde estaba el General Díaz, al frente de algunos batallones, organizando la resistencia. Luego el propio Díaz se encargaría de construir las defensas de trincheras y abatíes, que resultarían inexpugnables para los aliados, en lo que sería “el desastre de Curupayty”.

Fuentes:
- Castagnino L. Guerra del Paraguay. La Tripe Alianza contra los paises del Plata
- García Mellid, Atilio. Proseso a los falsificadores de la Guerra del Paraguay.
- O´Leary, Juan E. Historia de la Guerra de la Triple Alianza. Carlos Schauman Editor. Asunción.1992
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

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Que parezca un accidente


-A ver, cuénteme su versión de los hechos - dice el juez:
-Verá, estaba yo en la cocina con el cuchillo de cortar jamón. En eso entra mi mujer, tropieza, cae sobre el cuchillo y se lo clava en el pecho.
-Ya - dice el juez-, siga.
-Pues así, hasta siete veces.

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de 11 hs a 20 hs
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Murió el filósofo argentino Leon Rozitchner

El último rugido en la selva de la filosofía
5 de septiembre de 2011
Fuente: Frente Transversal
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A los 87 años murió el filósofo argentino Leon Rozitchner. Agudo, polémico, descarnado, el trabajo de León Rozitchner supo tejer una precursora alianza entre Merleau-Ponty, el joven Marx y el último Freud. El adiós a un rebelde que siempre arriesgó la soledad por no dejar la crítica.

El ser del filósofo es pensar; encontrar el riesgo en esa punta del cuerno del toro que el torero enfrenta en la lid. León Rozitchner, ese formidable torero “aguafiestas” del pensamiento que murió a los 87 años, arrojó escritos de impiadosa iluminación y belleza. Avezado polemista que supo tejer una precursora alianza entre Merleau-Ponty, el joven Marx y el último Freud, valiente en su soledad, alerta contra todo aquello que pudiera anquilosar sus devastadoras argumentaciones, fue el único intelectual que en 1982, desde su exilio venezolano, se negó a firmar un documento en el que veinticinco intelectuales también exiliados –pero en México–, reunidos en el Grupo de Discusión Socialista, rescataban el hecho de que las islas Malvinas hubieran sido “recuperadas”, aunque el manifiesto repudiara la dictadura militar. “

Las Malvinas es, entre muchos otros, uno de los eslabones que atenacean el secreto político de una cadena férrea de ocultamientos y engaños que ciñe el cuerpo despedazado y tumefacto a que ha quedado reducido eso que llamamos Patria”, afirmó el filósofo, profesor y ensayista en Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia, libro que escribió durante su exilio y gran pieza disonante dentro de la propia izquierda, que lo eximió de una “metida de pata tremenda” y una declaración “lamentable”.

Un filósofo intempestivo

León era el “rey de la selva” de la filosofía argentina, un pensador en el borde de lo teológico-político. Su muerte –ese cuerpo que se fue despidiendo desde febrero, cuando fue internado, el mismo día en que murió David Viñas, su compañero de ruta en la revista Contorno– no transforma automáticamente en pretérito un corpus de trabajos que dialogan abiertamente con el presente y el porvenir. Rozitchner trazó una senda, una apuesta de fondo y a fondo por la emancipación, que ahora otros continuarán: mostrar que no hay práctica política que se resuelva sin la pregunta fundamental de cómo pensar, como señalan María Pía López y Diego Sztulwark en el prólogo de León Rozitchner. Acerca de la derrota y de los vencidos (publicado por la editorial Cuadrata junto con Ediciones de la Biblioteca Nacional). La escritura fue el laboratorio de un estilo que se labró desde la capacidad para rasgar consensos intempestivamente. Para aguijonear prematuramente. Si en los años ’60 el compás de la época, la musiquita que empezaba a calar hondo en los oídos de muchos jóvenes militantes, fue el entusiasmo por la lucha armada, Rozitchner prefería alertar sobre los puntos ciegos y la tragedia inminente que se avecinaba. Si en los comienzos del siglo XXI un variopinto coro de intelectuales y ex militantes condenó con vehemencia la lucha armada, León argumentaba su legitimidad.

“La escritura tiene algo de sagrado –decía en uno de los ensayos reunidos en El terror y la gracia, muchos de esos textos publicados en Página/12–. El misterio de por qué hay más bien el ser y no la nada sólo adquiere sentido si nos preguntamos por qué más bien hay alguien que soy yo y no la nada, por qué hay un cuerpo que es el mío y no la nada. Eso es lo raro de lo raro. Es un misterio no religioso –aunque la religión se haya apoderado de él– y en él reside el fundamento de todo sentido. El Otro también es un misterio, tanto para él como para uno mismo. La distancia entre uno mismo y los otros oculta el escándalo: que se nos mate por millones en nombre de la democracia, de la religión, del amor y de la justicia.” ¿Cómo se construye una posición, un modo de pensar tan radicalmente original, una escritura que enlaza la relación con Dios, la ley, el deseo, la madre, el cuerpo, la historia, el Otro? En el humus de esta construcción habrá que imaginar a un niño criado en una mueblería de Chivilcoy, donde nació en 1924, tal vez inaugurando ese gesto suyo de amagar con cerrar los ojos –que se puede comprobar en varias fotos– para enfocar y comprender mejor. Ese niño radiografiaba a sus padres, afinaba el oído con el yiddish y los relatos de su abuelo rabino, llegado a fines del siglo XIX. Después llegarían las caminatas iniciáticas por el centro porteño, su vivencia durante los primeros años del peronismo –luego afirmaría que operó como facilitador de un mundo popular al que la izquierda marxista, en sus múltiples versiones, le proponía un camino más arduo–; su educación filosófica marxista, fenomenológica y freudiana en París, donde se graduó en La Sorbona en 1952; sus estudios con Merleau–Ponty y Claude Lévi-Strauss; sus lecturas de Max Scheller, sobre quien escribió su tesis; y Marx. 

Belleza y ferocidad

De regreso a Buenos Aires participó del grupo fundador de la revista Contorno, junto a David Viñas, Ismael Viñas, Oscar Masotta y Noé Jitrik, en la década del ’50; pero también hay que apuntar, en la construcción de ese modo de pensar, la experiencia de su paso por Cuba, el exilio en Caracas y sus clases en la Facultad de Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela, donde reflexionó en torno de Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, como productor de ideas nuevas. La lectura de Rodríguez le había mostrado un problema: cómo pasar de la primera revolución, la “revolución política” contra los godos que llevó a la creación del Estado-nación, a la segunda, a la “revolución económica” que incluya en el disfrute de la riqueza común a todos los postergados. Hay riesgo, belleza y ferocidad en ese tono siempre punzante. León pensaba con el cuerpo y desde el cuerpo en un puñado de libros capitales como Persona y comunidad (1963), Moral burguesa y revolución (1963), Freud y los límites del individualismo burgués (1972), Perón, entre la sangre y el tiempo (1985), Las Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia (1996), La cosa y la cruz (1997) y El terror y la gracia (2003), un puñado de ensayos hilvanados en torno del genocidio, la muerte, el desplazamiento de lo femenino y el terror, entre otros tópicos, reescribiendo junto con Freud, Marx, Lacan, Artaud, Macedonio Fernández, Althusser y Severino Di Giovanni. El doctor en Filosofía en La Sorbona no pensaba publicar ese libro. Lo confesó ante el suplemento Radar. “Me da asco leerme, supone una autocomplacencia que siempre queda defraudada”, aseguró el filósofo, acompañado –como siempre– por su infaltable pipa.

“Una traidora de clase”

No era un filósofo académico refugiado en abstracciones y en cierta medianía intelectual. Pensar –para Rozitchner– implicaba la puesta en juego del cuerpo, un coraje y una valentía que están moduladas por las ganas de infringir un límite. “Al kirchnerismo hay que situarlo evidentemente en la derrota del pueblo argentino que viene desde el apoyo que le dio al golpe militar, a la guerra de Malvinas y a Menem. Esto constituye un derrotero que marca un fracaso político monumental. Todavía estamos en la dificultad que conlleva salir de esa destrucción. Entonces, ¿sobre qué fondo el kirchnerismo puede hacer una política de transformación? Con los desechos de la derrota del campo popular, bienvenida sea la aparición de este gobierno –subrayaba el filósofo–. En ese sentido, se abre tenuemente una posibilidad distinta que es fundamental pensarla a partir del campo de la política de derechos humanos. Cuando Kirchner hizo bajar el cuadro de Videla al jefe del Ejército, la Argentina sintió un respiro de liberación. Algo cambió en la subjetividad de cada uno de nosotros; dicho de otra forma, nos sacamos el terror de adentro.” Como en cada línea que escribía, a Rozitchner le obsesionaban las lógicas profundas de la opresión del hombre.

Uno de sus artículos periodísticos más notables, que quedará en la memoria de muchos lectores, fue “Un nuevo modelo de pareja política”, el último que publicó en este diario, el 10 de noviembre del año pasado. En ese texto advertía que si bien Néstor Kirchner no había hecho la revolución económica que la izquierda anhelaba, “inauguró una nueva genealogía en la historia popular argentina” cuando afirmó que “somos hijos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo”. Rozitchner postulaba que Cristina Fernández y Kirchner plantearon un nuevo modelo social de pareja política. “Cristina es un animal político femenino en pie de igualdad con el animal político masculino de su marido Néstor, cosa que no pasaba con Perón y Evita. Ocupa un rango superior a Evita en la escala de Richter de la evolución femenina. Aquí las diferencias no se contraponen sino que se complementan, como se complementan los cuerpos que al amarse se unen. De allí surge, desde muy abajo, otro modelo político –tiránico o acogedor, según sea la cifra– en los representantes del poder colectivo en el gobierno. Y por eso también desde allí surge ese odio nuevo, tan feroz y mucho más intenso, que se apoderó de gran parte de las clases media y alta argentinas.”

Aparte de la agudeza, hay que paladear el lenguaje del filósofo y ensayista, detenerse en ciertas palabras. “Por eso, tantas mujeres sumisas y ahítas de alta y media clase no nos ahorran sus miserias cuando se muestran al desnudo al dirigirle sus obscenas diatribas: no ven lo que muestran. Son mujeres esclavas del hombre que las ha adquirido –o ellas lo hicieron– y al que se han unido en turbias transacciones, donde el tanto por ciento y las glándulas se han fusionado en una extraña alquimia convertida en empuje que llaman ‘amoroso’ –continuaba Rozitchner–. La envidian a Cristina desde lo más profundo de sus renunciamientos que el amor ‘conyugal’ exige pero no consuela. Cristina las pone en evidencia a todas: se han quedado sin jeans que las ciñan, con el culo al aire. Ella tiene, teniendo lo mismo o más de lo que ellas tienen, lo que a todas juntas les falta. Pero saben que tampoco podrían nunca llegar a tenerlo. Por eso, ellas no la envidian: la odian como a una traidora de clase –de clase de mujeres, digo–. La han cubierto de insultos y desprecios: de las ignominias más abyectas que nunca vi salir antes de esas boquitas pintadas de servil encono. Cristina las pone fuera de quicio. Esto también constituye el suelo denso y material de la política, tan unido a la lucha de clases entre ricos y pobres. Ellas también son el resultado de la producción capitalista de sujetos en serie: mercancías femeninas con formas humanas, con su valor de uso y su valor de cambio.” Y vale recuperar cómo cierra este artículo y el rebote de su fraseo. “Cristina Fernández-Kirchner ha prolongado y asumido como mujer-madre, y con el hombre que fue su marido, un nuevo modelo social de pareja política. No es poco para recuperar el origen materno del imaginario colectivo que busca una sociabilidad distinta. De todos modos, habremos ahondado un lugar nuevo y más fuerte si, para defendernos, la defendemos: no nos queda otra. Y no he sido ni soy, por eso, ‘kirchnerista’.”

Una izquierda miope

Cuando se inició el conflicto con el “campo”, estuvo en la última movilización en defensa del gobierno. “Nunca el problema de la Nación estuvo tan claramente ligado a la terrenalidad geográfica material del suelo patrio. Pero faltó referir el problema del campo a la expropiación del suelo nacional, que nos pertenece a todos, diferente al de la patria que los terratenientes definen –explicaba en una entrevista que le hizo el Colectivo Situaciones–. La materialidad de la tierra expropiada está ligada a la materialidad de los cuerpos sufrientes expropiados. La izquierda de todos los signos nunca partió de ese nivel elemental para fundar, comprensiblemente para todos, la crítica a la resolución 125”, cuestionaba León y levantaba su voz contra la expresión “más miope y miserable de la izquierda, que sólo atinó a reafirmar sus consignas revolucionarias para mantenerse neutral en ese enfrentamiento”.

Cada uno esculpe su rostro en el intercambio con el mundo y con los otros. León deja un inmenso bagaje de filamentos corpóreos y afectivos; una obra incómoda y por eso mismo reconfortante que atraviesa y desafía los modos dominantes del pensar.

Por Silvina Friera

¿se suman?