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Raíces prestadas - Cuando Daniel llegó a vivir en la Ensenada


La vida, misterio
de oculto sentido
(o sin sentido alguno)
me tomó del mar
y me trajo al río.

Su herramienta fue
por aquellos días
una jovencita
que encendió en mi pecho
el amor dormido.

Así, sin quererlo
(o quizá queriendo),
este barro denso
y su extraña gente
pudieron conmigo.

Cada día un poco
me fui transformando:
el mar se alejaba
y dentro del pecho
me crecía un río.

En sus aguas turbias
descubrí secretos
que todos los días
para no alejarme
me daban motivos.

Sus costas agrestes,
las bruscas crecidas,
un pueblo sufriente,
para mi alma inquieta
eran desafíos.

Porque había otras cosas
como las sonrisas,
el "buen día" sencillo,
la mano extendida,
apoyo de amigos.

Estaban ustedes,
almas pueblerinas
que necesitaban
otro compañero
que aguantara el río.

Y, a cambio, brindaban
estar junto a uno
haciéndolo parte
de una cofradía
con igual destino.

Acepté quedarme.
Resignarme entonces
a una vida simple
sin más pretensiones
que ser uno mismo.

Cultivé amores,
brotaron hermanos,
me nacieron hijas,
planté algunos árboles
y escribí mis libros.

En todo ese tiempo,
sin que lo notara,
profundas raíces
surgidas de a poco
me ataban al río.

Raíces prestadas
por la vida misma
con sentido oculto
(o sin sentido alguno)
ya eran algo mío.

Daniel Aníbal Galatro
Fuente: Revista Luz
Ensenada - Argentina

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