ALLANAMIENTO EN ENSENADA
Bs. As. - Argentina
31 de Octubre de 1933
¿Qué ocurrió en el chalet de "Galera"?
A fines de 1932, las calles de La Plata, que incluían por esos tiempos las de Ensenada y Berisso, se habían visto progresivamente invadidas por pequeños grupos de hombres y mujeres que paseaban descaradamente vestidos con la mayor elegancia como "improvisados potentados", al par que ofrecían a potenciales clientes la posibilidad de tener relaciones con "las más hermosas chicas" que por entonces podían conseguirse. Estos proxenetas vivían en lujosas mansiones y se desplazaban en espectaculares automóviles, sabiendo que contaban con la mayor impunidad puesto que habían "comprado" a los suficientes y necesarios funcionarios policiales.
Primero fueron solamente los comentarios de preocupados vecinos. Luego, alguna que otra nota en el periódico. Finalmente, todo un clamor popular que pedía que alguien se ocupara de esos malvivientes y los sacara para siempre de las calles de la ciudad.
Entonces el tema llegó al Concejo Deliberante. El concejal Marcilese presentó una minuta de comunicación al Poder Ejecutivo señalando la presencia de esos indeseables en la ciudad. Al llegar este trámite al Jefe de Policía, éste respondió al Intendente que "nada podía hacerse contra esa lacra social" y que "el único remedio era suprimir la prostitución". Recordemos que muchos policías estaban "comprados" por los proxenetas.
Pero entre los delincuentes de todo tipo siempre comienzan a aparecer "internas", porque algunos piensan que ellos merecerían tener una mejor parte en el negocio que otros. Además, en este caso se daba un asunto "racial". Había proxenetas rusos, franceses, italianos y criollos, y los primeros se llevaban mal con los otros europeos y todos mal con los criollos, a los que consideraban poco expertos en el manejo organizado de la prostitución. Y empezaron los incidentes entre ellos.
En 11 nro. 1161 de La Plata vivía una de las proxenetas más poderosas de Asunción del Paraguay, llamada Catalina Galando. Era quien trataba de mantener esa "mafia" un poco prolija, limando las asperezas entre los diferentes jefes. Su casa fue misteriosamente desvalijada en su ausencia. Pocos días después, en 44 entre 4 y 5 hubo un asalto y robo en perjuicio de dos de los "capos" rusos. En 63 nro. 880 unos sujetos disfrazados de policías simularon un allanamiento en la casa de otro de ellos. En pleno centro (48 entre 7 y 8) se originó un tiroteo del que resultó muerto León Schartz y herido otro jefe de esa mafia.
Pero, ¿por qué casi siempre las víctimas eran los rusos? Parece ser que los franceses, italianos y criollos que participaban del negocio habían descubierto que los rusos "arrugaban" fácilmente cuando los "apretaban". Entonces se fingían policías y los chantajeaban sacándoles dinero. De ese modo, con la verdadera policía comprada y teniendo los proxenetas el campo libre para solamente competir entre ellos, La Plata, Ensenada y Berisso eran una especie de "Chicago de los años 30" en esos mismos años 30.
Pero aparece aquí el Dr. Pedro J. Alegre, Juez del Crimen, diferente de los otros jueces y de los policías que se habían asociado con los delincuentes. Inicia este valiente y sagaz hombre de la Justicia una investigación profunda e inteligente, digna de la mejor película policial que conozcamos. Y vamos a seguirla y analizarla cuidadosamente.
En primer lugar, Alegre debía no solamente no contar con la policía local sino, además, evitar que se enterara de los pasos que iba dando, por lo que dijimos antes. Utilizó el propio personal de su juzgado, en quien confiaba. Era septiembre de 1933, cuando se encontraba de turno, el momento ideal para comenzar las acciones.
Demasiada gente sabía que el Dr. Alegre estaba investigando el caso. Esto trajo inconvenientes, porque los sospechados se aprestaron para defenderse. Entonces, con una hábil estrategia, el Juzgado hizo conocer que la investigación iba a suspenderse hasta diciembre, mes en que Alegre estaría nuevamente de turno. Y los proxenetas "se lo creyeron".
Pero el Juez continuaba trabajando en silencio. Seguía pistas, establecía relaciones, identificaba día a día a un nuevo delincuente de esa mafia.
Los últimos días de septiembre y casi todo el mes de octubre de 1933 fueron como una fiesta para los malvivientes. Dejaron de ocultarse, pues estaban seguros de que nadie los molestaría hasta diciembre.
Entonces, analizando a la distancia, encontramos que el primer paso fue "bajar la presión", al menos en forma aparente. El segundo, completar las fichas de los presumibles jefes de la prostitución local y establecer las relaciones entre ellos. ¿Cuál fue el tercer movimiento de Alegre?
Para esa época, una novedosa intervención de teléfonos, desde la Unión Telefónica que creemos estaba en el Pasaje Rodrigo (51 entre 4 y 5). Los teléfonos no eran automáticos en 1933, por lo que había que pedir número a la operadora, y todo quedaba registrado en una planilla diaria. Sabiendo los números telefónicos de algunos "capos", tomó nota de con qué otros se comunicaba cada uno. Así ubicó 30 domicilios platenses que comenzaron a ser vigilados cuidadosamente. Y entonces sí se comenzaron a escuchar las comunicaciones.
Lo hizo el Juez Alegre desde un conmutador especial, con ayuda de intérpretes, las que no resultaban suficientemente claras porque los delincuentes hablaban "en clave" y hacían numerosas referencias a lo que habían conversado personalmente en sus encuentros.
Lo que sí pudo detectar fue que preparaban una gran fiesta en el chalet de Máximo Cherniac, alias "Galera", en la Ensenada, con motivo del "briss" (circuncisión) de uno de sus nietos. Se habían distribuido más de 200 invitaciones, por lo que concurrirían proxenetas de todo el país.
El Juez Alegre tenía dos opciones: continuar la recién iniciada investigación y perderse la oportunidad de atrapar a la flor y nata de los manejadores de la prostitución, o caerles de sorpresa, capturarlos, y luego correr el riesgo de tener que liberarlos por insuficiencia de pruebas. Y eligió esta última.
A las 16 horas de ese 31 de octubre de 1933 los camiones se detenían en Alberdi e Hipólito Irigoyen, a escasa distancia del chalet de Cherniac. Lo cercaron por el frente y sus dos costados, ya que por el fondo no era posible pues el monte impedía el acceso.
La fiesta estaba en su apogeo. Los proxenetas y sus familiares brindaban por la salud del nieto de "Galera". Afuera, el inspector Williman de la Policía Federal, el Jefe de Investigaciones Sifredi y el Comisario Rúa irrumpieron en la casa. Detuvieron a 95 personas. Veintidós delincuentes se escaparon por el fondo que no estaba vigilado o algunos negociaron su huída dándole unos pesos a algún policía corruptible.
Los apresados fueron conducidos a las Comisarías platenses 1º, 5º y 9º. Pero detenerlos era una cosa y poder condenarlos por algo era otra. El ya mencionado Comisario Rúa fue designado como instructor del sumario.
El Juez Alegre había dispuesto que todas la diligencias se efectuaran en la Comisaría 1º, la de calle 53. Cada declaración que escuchaban era más sensacional que la anterior. Cada nuevo dato originaba más detenciones.
Así llegaron a capturarse 155 malvivientes, todos con información importante o, al menos, muy interesante.
Los allanamientos de los domicilios permitieron reunir documentación reveladora, pues muchos llevaban una prolija contabilidad de sus "negocios".
Pero los "chicos malos" tenían mucho dinero y mucho poder. Los abogados se peleaban para que los eligieran como defensores. Y los pedidos de "habeas corpus" se amontonaban en el Juzgado pero eran sistemáticamente denegados para no interrumpir la investigación. Se pudo calificar el delito como "asociación ilícita" cuyo objeto no era solamente la trata de blancas sino, además, el juego, las estafas, las quiebras fraudulentas, las ventas simuladas, los falsos testimonios en juicios, etc.
Entonces ocurrió una novedad. Cuando la investigación iba llegando a dar los resultados más interesantes, el Doctor Alegre fue designado Jefe de Policía. Se apartó, por supuesto, de la causa, que pasó a otros juzgados. Los recursos de hábeas corpus fueron atendidos, y muchos delincuentes recuperaron la libertad, entre ellos Máximo Cherniac ("Galera"). Parecía que los malos iban a ganar la partida.
Pero ocurrió otro hecho paradójico que significó otro cambio de escena. Los recursos de hábeas corpus habían sido presentados por un defensor de pobres y ausentes. Sin embargo sus defendidos eran ricos y estaban presos, o sea, presentes.
Fue entonces que la Cámara Tercera ordenó la libertad de los delincuentes por el proceso por asociación ilícita, pero el Jefe de Policía los detuvo inmediatamente por indeseables y pasibles de extradición. Libres, pero presos.
Poco tiempo después, todos habían sido expulsados del país. Alegre los había derrotado.
Por supuesto, paulatinamente reingresaron al país, reiniciaron sus actividades, y la vida continuó.
Prof. Daniel A. Galatro
Ensenada - Bs. As. - Argentina
virtualoyd@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario