El Peluquero
En una época , por el año ochenta, estuve trabajando en el partido de General Viamonte, provincia de Buenos Aires. La cabecera de partido es el pueblo de Los Toldos, cuyo nombre seguramente proviene de la colonia indígena que hay en la zona.
Si bien los indios están integrados en la comunidad, nunca falta algún oligarcón o “cogote duro” que hace cierta discriminación.
Un día estaba en la peluquería, y entra un paisano, con rasgos indígenas, y queda como dudando en la puerta. El peluquero, hace un paréntesis en el corte, y le pregunta al recién llegado:
- Señor?
- Quería cortarme el pelo...
- ¿es socio? -pregunta el peluquero.
- (¿?)...no.
- ¡Ah, no!...esta peluquería es para socios...
La canchita de paleta.
En los Toldos, como todo pueblo de campaña, tenía su cancha de paleta. Era una cancha chica, abierta y con pared a la izquierda, sin rebote. Al lado estaba el boliche, donde se pagaban las copas de las apuestas.
Al fondo, en vez de rebote, tenia un entablonado de unos pocos escalones, donde se ubicaba el público y se hacían las apuestas más inverosímiles. Todas las tardes se juntaba un grupo de gente, jugadores y público que iban “a mirar” y jugarse unos pesos.
Una vez me entrevero en un partido, y cuando voy a sacar el primer tanto, escuho alguien de “la tribuna” que canta:
- Tengo diez al saque.
- Qué vivo…al saque también voy yo...-dijo uno.
- Y bueno,... te juego al resto...-retrucó-...yo para no mirar al pedo.
"De afuera"
Una tarde estábamos en la canchita y cae un forastero de curioso, que nunca había jugado a la pelota paleta.
Los "buscas" empezaron a tantearlo al forastero, para asegurarse si era cierto que nunca habia jugado. Después de algunas averiguaciones con el que lo trajo de invitado, un de los "buscas" le dice:
- Amigo, le juego un partido.
- (¿?)… no...pero si yo nunca jugué...y usted juega bien -dijo el forestero.
- ...no importa...yo le juego de afuera.
- ¿de afuera?
- Si...de afuera nomás le juego.
- ¿Pero y como va a jugar de afuera?
- Mire...yo ni entro a cancha. Le doy todos los saques -le dijo el paisano- y si pasa el tres, como yo estoy afuera y no la puedo devolver, es tanto suyo. Si usté saca, y no pasa el tres, es tanto mío.
Al forastero le debe haber parecido fácil. No había más que pegarle hacia el frontón, fuerte y pasar el tres...parecia sencillo. El desafío quedó hecho.
Pusieron juez, le prestaron una paleta al forastero, y pusieron pelota. La apuesta la guardó el canchero. El paisano apostador se sentó en una mesa al costado de la canchita y se pidió una cerveza, “con ingredientes”. En la tribuna se cruzaron algunas apuestas.
El partido iba parejo, porque no es fácil pasar el tres si nunca agarró una paleta. Por los quince el gaucho se pidió la segunda cerveza.
Llegaron 28 a 29, y el saque lo tenía el forastero. Saca, y pasa el tres. Quedaron tanto a tanto, empatados en 29.
- ...¿vamos a treinta y dos? – pregunta el forastero, que tenía el saque.
Y desde al mesa le contestó el paisano:
-No...estoy muy cansado.
Sacó el forastero, se mató en el saque y perdió el partido...Fue muy comentado.
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Fuente: www.lagazeta.com.ar
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