Todos se acuerdan de Manuel Belgrano como “el creador de la bandera” (que entre paréntesis era “azul y blanca” y no la “celeste y blanca” que impuso Sarmiento). Algunos también se acuerdan que tenía “voz finita”, y no siendo de profesión militar, comandó el ejército del norte que llevó al triunfo en la batalla de Tucumán. Pocos se acuerdan también que tuvo un hijo con la hermana del Restaurador (Mariano Rosas y Belgrano) y que donó los sueldos y premios militares para la construcción de escuelas (que no sé si se construyeron) y hasta dictó el reglamento educativo y funcional para las mismas. Pero lo que casi nadie recuerda o conoce son sus ideas económicas que la tradición liberal se ocupo de ocultar o disimular.
Algunos se extrañan que no tengamos un buen desarrollo económico, o que “somos pobres, siendo que “tenemos de todo”. Es que somos pobres precisamente porque, teniendo de todo, nos transformamos en un país productor y exportador de materias primas e importador de materiales elaborados. Exportamos lana cruda y compramos lana lavada, hilada, teñida y hecha trajes, a cien veces su valor. Exportamos maíz a granel y compramos copos de maíz embalado en cartón, a cien veces su valor. Exportamos carne y ganado en pie, y compramos hamburguesas grasientas (y con otros “ingredientes”) a varias veces su valor. Nuestros economistas van a Europa y el norte a llenarse la cabeza de “libertad” y “librecomercio” y nos quieren convencer del ALCA o del tratado mundial de librecomercio, para que “seamos ricos” como los países que nos quieren convencer (diría imponer) el librecomercio. Pero no se necesita ser muy “doctorado” para ver que los “países ricos” no son los que tienen abundantes recursos naturales, sino los que los extraen, los transportan, los elaboran, los llevan de regreso y lo venden como bienes de consumo y hasta como “chucherías” , multiplicando varias veces su valor. Basta ver que la mayoría de los “países ricos” no tiene grandes recursos naturales y aún muy pocos: Japón, Italia, Francia, Dinamarca. (La excepción sería EEUU que tiene ambas cosas). Son pobres en cambio los países de grandes recursos naturales, como Sudamérica, los africanos, y hasta los productores de petróleo.
Podemos tomar como ejemplo la propia España, que después del descubrimiento de América, pasó de ser un país de artesanos a ser un importador masivo de oro y plata. Con el oro importado les resultó más fácil importar las manufacturas de Inglaterra, pero ni todo el oro sacado de América alcazo a impedir una crisis económica fatal, y le dio la oportunidad a Inglaterra a adueñarse del comercio mundial, la industria, el transporte y la piratería.
Tenemos nuestro propio ejemplo y cerca el de Bolivia, que siendo un país de grandes recursos naturales, los españoles les llevaron toda la plata (y lo dejaron los agujeros) y ahora le llevan el petróleo y el gas, mientras el pueblo boliviano pasa hambre como minero o pequeño productor de coca. No seremos ricos exportando trigo a granel. Seremos ricos cuando cosechemos el trigo con las maquinarias que fabriquemos, y hagamos todo el proceso industrial hasta vender el producto terminado como galletitas, transportado en nuestros propios barcos. Mientras tanto vivirán “relativamente bien” algunos productores e intermediarios, pero nuestra “mano de obra” seguirá viviendo en la villas o en los ranchos del interior. Claro que en el siglo XXI no se trata solo de textiles. Se trata de también de productos tecnológicos; no de la tecnología, que resguardaran bajo llave, sino del “producto” de la tecnología: a partir de 1330 los ingleses llevan a Inglaterra tejedores Flamencos, más adelantados; sin embargo en 1630 se prohíbe la exportación de cardas y en 1695 las máquinas de punto, por considerarse “una invención ventajosa”. No solo eso: se prohíbe en las colonias la industria textil (para venderles la tela hecha, lógicamente)
En vez de viajar a universidades extranjeras a obtener acreditados doctorados, mas le valdría a nuestros “genios” leer y aplicar algunas de las simples y sabias enseñanzas de Belgrano; “la exportación de lo superfluo es la ganancia mas clara que pueda hacer una Nación”. …”el modo mas ventajoso de exportar las producciones superfluas de la tierra es ponerlas antes en obra o manufacturadas”…..”la importación de las materias extranjeras para emplearse en manufacturas, en lugar de sacarlas manufacturadas de sus países, ahorra mucho dinero y proporciona la ventaja que produce a las manos nativas que se emplean en darles una nueva forma”…… “La importación de las cosas de absoluta necesidad, no puede estimarse un mal, pero no deja de ser un motivo real de empobrecimiento de una nación”…..” es un comercio ventajoso dar sus bajeles a flete a las otras naciones”…..” la importación de mercancías extranjeras para volverlas a exportar enseguida procura un beneficio real”. Y hasta el indiscutido Libertador San Martín tenía similares conceptos, al disponer como protector del Perú que …” se abren los puertos peruanos de El Callao y Huanacacho solo para los buques peruanos. Los barcos extranjeros deben nombrar consignatarios peruanos en puerto de llegada. Se establecen derechos duplos a toda mercadería cuya importación pueda ser perjudicial a la industria nacional” Y cuando el gobierno central (Rivadavia) le negó los recursos para la campaña libertadora “La guerra la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar. Cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetitas que trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres, que los demás no importa” (José de San Martín). (Ver San Martín y Rivadavia )
Pero nuestros “genios” siempre amaron “la libertad y el librecomercio” que le predicaron o impusieron desde las invasiones inglesas. Allá por 1817, la sociedad de Terrero, Rosas y Dorrego (el hermano del coronel Dorrego) se dedicaron a salar carne vacuna y exportar a brasil y la antillas. Hubo más de 15 saladeros en Bs.As. Para no depender del monopolio ingles del transporte (que en principio debieron soportar) tuvieron sus propios barcos (construidos en Corrientes). Transportaban la sal desde el sur y luego exportaban en su propia flota, pero los comerciantes ingleses influyeron en el gobierno, y en la prensa, que inició una campaña en contra de la exportación de carne salada, porque disminuiría la existencia de cabezas de ganado y en consecuencia “aumentaría el precio de la carne para el consumo interno”. (argumento aún en vigencia). Como Juan Manuel de Rosas se comprometiera a abastecer de carne al consumo interno al mismo precio, la sociedad pudo poder seguir uno o dos años más, hasta que se lo prohibieron definitivamente.
La ley de aduanas de 1835
En 1835 Rosas dicta la Ley de Aduanas proteccionista (contrario al tratado aperturista de 1825) que varias legislaturas provinciales le agradecieron. Se impusieron aranceles diferenciales según los productos se produjeran acá o no, artículos de lujo o no. Esto dio impulso a las industrias del interior, a los vinos, los textiles y hasta los astilleros de corrientes, y las telas inglesas le costaba competir con los ponchos nativos. Hasta se llegó a exportar cuero curtido de cabra que la legislatura francesa prohibió porque eran de mejor calidad que las suyas. (justamente los franceses, que están en el club nos quieren convencer del librecomercio).
El dictado de Ley de aduana de 1835 y la expropiación del Banco dominado por los ingleses (1836) desencadenan las agresiones anglo-francesas por el librecomercio y la libre navegación de los ríos para vender sus mercaderías en el interior, que Rosas resistió eficientemente, venciendo a las dos mayores potencias de la época, que hasta debieron desagraviar el pabellón nacional con la salva de 21 cañonazos. Claro que Rosas tenía un arma mortal contra los ingleses: los atacó en su “víscera más sensible”, el bolsillo, negándose a pagarle a los bonoleros ingleses mientras no se levantara el bloqueo del Río de La Plata. El bloqueo mismo funcionó como una aduana, impidiendo el ingreso de mercaderías y favoreciendo la industria local, que tomó impulso.
Desplazado Rosas en 1953, los liberales no solamente declararon la libre navegación de los ríos interiores que tanta sangre y sacrificio costó defender, sino que derogaron la ley de aduanas de Rosas y se favoreció la entrada no solo de manufacturas, sino hasta la importación de maestros norteamericanos (Sarmiento) y hasta inmigrantes del norte, esa raza superior de ojos azules. Pero no vinieron esos. Vinieron italianos, gallegos, árabes etc. que no eran sino marginados y desocupados por la mano de obra inglesa que proveía de todos las manufacturas que necesitaban, hechas con sus propias materias primas. Sarmiento no solamente despreciaba los indios nativos"¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado". (El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876) ( Artículos de "El Progreso", 27.9.1844 y de "El Nacional", 19.5.1857, 25.11.1878 y 8.2.1879 ) o a los gauchos "Se nos habla de gauchos...La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. . Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos".(Carta a Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y "El Nacional" 3/2/1857) Tampoco quería a los italianos y los llamaba "bachichas" "palurdos" "ignorantes". A los Árabes los despreciaba porque "son una canalla que los franceses corrieron a bayonetazos al Sahara" y de los Irlandeses decía que eran "la chusma irlandesa organizada por los curas, que además son fanáticos y borrachos" Tampoco quería a los judíos, que los echa "Fuera esa raza semítica ¿ o es que no tenemos derecho como alemanes y polacos para hacer salir a estos gitanos bohemios que han hecho del mundo su patria" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Paris 1909) (O.Sulé- Los heterodoxos del 80)
Los gobiernos posteriores a Caseros (Sarmiento y Mitre, entre otros) no solamente permitieron el ingreso de mercaderías extranjeras, sino que hasta perjudicaron y despreciaron las nacionales, y en la legislatura porteña llegó a escucharse el argumento “que si no se sacan los aranceles a las telas inglesas, Buenos Aires se vería invadido de ponchos cordobeses” ( como si eso fuera una calamidad). El mismo Sarmiento hablaba de la barbarie del interior, “.... donde no se encuentran levitas o sillas de montar inglesas”
Pero para convertirnos en colonia, no solo basta la fuerza. En 1809 Castlereagh decía que “la fuerza no construye nada durable”. Ni siquiera la corrupción nos impone ser una colonia, y nuestra colonización depende más de nuestra voluntad y nuestra propia cultura colonizada por los libros de Adam Smith con sus "beneficios de la libertad". Algunos nativos hasta exceden las pretensiones inglesas, como Alvear en 1815 que le ofrece el coloniaje ingles a Strangford y Castlereagh, o Florencio Varela en 1844 con Aberdeen. Los ingleses, que no son tontos, prefirieron el coloniaje económico en vez de mezclarse en los problemas políticos de este país de gauchos rebeldes.
En épocas mas recientes también hubieron partidarios de ser ( o seguir siendo) colonia: "Densos nubarrones se levantan que presagian tormentas proteccionistas en las colonias inglesas, y la tendencia imperialista que va mordiendo fuerte el espíritu británico, no es por cierto una garantía para el porvenir de nuestro comercio internacional. Mucho hablamos de abrir nuevos mercados, sin notar acaso que más valdría asegurar los que ya tenemos, como el de Inglaterra, para quien deberíamos tratar de convertirnos mercantilmente en su mejor colonia, a fin de hacerle imposible dar preferencia a nuestros competidores de Canadá y de Australia." (Discurso pronunciado por el Dr. Ezequiel Ramos Mejía, presidente de la Sociedad Rural Argentina en la inauguración de la exposición rural de 1902. En "Historia Gráfica de la Argentina Contemporánea", Tomo 3, Buenos Aires, Hyspamérica, 1985.)
Imperialistas y colonizados.
Nuestra colonización cultural hace pesar a muchos que los ingleses siempre fueron partidarios “del librecomercio y de la libertad” pero pocos saben que los ingleses fueron los primeros proteccionistas; En 1172 Enrique II prohíbe la introducción de lanas españolas; en 1455 se prohíbe la introducción de tejidos de seda; en 1464 Enrique VII prohíbe la entrada de paños; En 1700 se prohíbe la importación de tejidos de algodón de oriente y en 1719 se prohíbe a todo habitante comerciar, usar o poseer dichas telas bajo pena de multa y cárcel. En 1760 Jorge III prohíbe la exportación de lana que no sea manufacturada y prohíbe la exportación de ovinos que pudieran proveer lana al continente. También se prohibió esquilar lana a menos de 5 millas de la costa por considerarse sospechosa de contrabando, el que era penado con un año de cárcel y la amputación de la mano izquierda y la pena capital a los reincidentes. Estas medidas proteccionistas que permitieron el desarrollo de textiles de lana y algodón locales, no fueron invención de los ingleses, sino copia de sus maestros y antecesores venecianos, que prohibieron la emigración de calafateadores; el duque de Florencia deseaba recompensas a quien trajera “vivo o muerto” a los emigrantes que supieran de brocados. En el siglo XVII los italianos habían inventado la máquina de hilar seda mantenida como estricto secreto. Los planos fueron llevados a Inglaterra de contrabando disimulados en tejidos en 1717 por John Lombe que murió envenenado (por los italianos?), pero su hermano Thomas pudo patentar la máquina y en los pocos años que duro la patente, hizo una fortuna. El gobierno termino pagando el invento y nombrándolo caballero. Con el empleo de las maquinas el valor de las materia prima se aumentaba entre un 1.000 y 5.000 %. Se otorgaban patentes de invención, también idea de lo italianos mediante la “Ley de Monopolios” de 1624.
Ni siquiera fueron los ingleses partidarios del libre mercado interno: el estado reglamentaba hasta las mínimas cosas para favorecer su industria: por ley de 1571 se obligaba a todos los habitantes de la ciudad del campo a usar gorro de lana inglesa y por ley de Carlos II (1630) se ordenaba que todo persona fallecida debía ser sepultada con mortaja de paño de lana. En 1549 por ley de “ayuno político” se prohíbe el consumo de carne vacuna, para incentivar el consumo de pescado que daría mayor impulso a la navegación, la que a su vez proveería de navegantes a la marina de guerra. “grandes rentas para el rey, escuelas para nuestras profesiones manuales, abastecimiento para nuestros navegantes, murallas para el país(barcos), …nervios para nuestra guerras, y espanto para nuestros enemigos” (Tomás Mun en “La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior”) “Quien manda en el mar, manda en el comercia del mundo y pr ende en el mundo mismo” (sir Walter Raleigh). La reina Isabel I financia la campaña de Drake, que a los tres años de piratería regresa con un botín de 150.000 libras (4700 % de la inversión) equivalentes a un año del gasto público. El pirata Drake sería luego Sir Drake, como muchos.
Una serie de leyes inglesas dictadas entre 1381 y 1650 exigía que todas las mercaderías desde y hace las colonias se hicieran en barcos ingleses y con tripulación inglesa y por ley de 1660 se exigía que ciertos artículos solo fueran transportados a la metrópolis, prohibiendo el comercio entre colonias. Se permitió la importación de lingotes de hierro pero se prohibía a las colonias su manufactura. Lo mismo sucedía con telas, sombreros etc. “…todo acto de un gobierno dependiente de provincia debería reportar alguna ventaja para la metrópolis a la que debe su existencia…()….cualquier proyecto inconciliable con los intereses de la metrópolis debe considerarse ilegal e inadmisible…” Es decir que las colonias “le deben su existencia a Inglaterra”.
Estas leyes en cierta forma se parecían a la ley de aduana dictada por Rosas en 1835, pero a favor nuestro, que dejaba libre de aranceles a la exportación de ciertos productos y manufacturas como la harina, carnes saladas, pieles curtidas, etc. siempre que fueran transportadas por buques nacionales. No pensaban lo mismos nuestros “liberales”, como Alberdi, partidario de abrir el pis a “los influjos civilizadores de la bandera de Albión”. Nuestros “liberales” pesaban como los liberales ingleses, pero al revés, como si vivieran en Inglaterra.
Inglaterra fue el principal traficante de esclavos, pero en el siglo IXX se transforma en el adalid de la libertad y le exige a brasil por distintos medios, incluido los cañones, a que termine con el comercio negrero. Pero no la hacía por razones “humanitarias” ni por amor a la “libertad”. Lo hacía porque los esclavos negros proveían mano de obra barata a los cafetales brasileros que competían con las colonias inglesas. En 1807 Inglaterra declara ilegal el comercio de esclavos pero en jamaica tiene 800.000 negros a los que, además, estaba prohibido enseñarles a leer y escribir. En 1815 el Congreso de Viena prohíbe el tráfico de esclavos, pero aún así entre 1807 y 1847 Inglaterra comercia 5.000.000 de esclavos.
Ahora quieren imponernos el librecomercio, claro, si nosotros les proveemos las manufacturas y ellos las manufacturas: “América española es libre y si sabemos actuar con habilidad será nuestra” (George Canning, después de reconocer la independencia de las colonias latinoamericanas en la época en que el grupo rivadaviano concertaba el primer empréstito con la Baring) (Historia universal. Editorial Daimon). “el particular interés que deberíamos tener aquí seria el de privar a nuestro enemigo de uno de sus recursos capitales y de abrir a nuestras manufacturas los mercados de se gran continente” (Castlereagh, secretario de estado durante la invasiones inglesas.) Castlereagh opinaba que respecto a la América del Sur “parece ser indispensable que no nos presentemos a ninguna otra luz que no sea aquella que nos muestre como auxiliares y protectores” no obstante lo cual no le impidió a los ingleses invadir dos veces Buenos Aires, hacer jurar fidelidad a su rey y llevarse el tesoro real para repartirse entre la oficialidad como botín de guerra. "La cosa está hecha, el clavo está puesto. Hispanoamérica es libre y si nosotros no gobernamos tristemente nuestros asuntos, es inglesa". (George Canning. 1825). “La disposición de de los nuevos estados americanos es altamente favorable para Inglaterra. Si nosotros sacamos ventaja de esa disposición podremos establecer por medio de nuestra influencia en ellos, un eficiente contrapeso contra los poderes combinados de EEUU y Francia, con quienes tarde o temprano tendremos contienda” (Canning, el mismo con que honráramos con una calle de Bs.As., hoy Scalabrini Ortiz) y refiriéndose a la era napoleónica “Vuestra sea la gloria del triunfo, seguida por el desastre y la ruina; nuestro sea el tráfico sin gloria de la industria y la prosperidad creciente. La edad de la caballería ha pasado y le ha sucedido la edad de los economistas y calculadores” Esta opinión de Canning no impidió a Inglaterra la utilización de la fuerza para forzar la libre navegación de los ríos interiores y el bloqueo de Bs.As. (aunque no con la caballería, por cierto) ni aliarse a Francia en el intento. “Es una política estrecha mirar a este o el otro país como destinados a se los perpetuos aliados o los eternos enemigos de Inglaterra. No tenemos perpetuos aliados ni eternos enemigos. Nuestros intereses son lo perpetuo y lo eterno.” Declaraciones de Lord Palmerston en el parlamento inglés durante el bloqueo anglo-francés al Río de la Plata, 1848) El tratado anglo-argentino de 1825 establecía la “reciprocidad” para los habitantes de ambos estados de “…gozar respectivamente de la franquicia de llegar segura y libremente con sus buques de carga a todos aquellos parajes, puertos y ríos de dichos territorios….” como si los buques argentinos pudieran navegar por el Támesis para competir con los textiles ingleses. Este tratado, disfrazado de “reciprocidad”, simplemente garantizaba la protección de su comercio y justificaba la utilización de la fuerza si no se cumplía.
Tampoco fueron partidarios del librecomercio los EEUU. Luego de su independencia protegieron su industria contra la competencia inglesa (de la cual se independizaron en serio) y cuando el sur quiso seguir exportando materias primas, directamente los Yanquis los barrieron. “No sé acerca de aranceles, peor lo que sé muy bien es que cuando compramos bienes manufacturados a los extranjeros nosotros nos quedamos con los productos y ellos con el dinero. Cuando compramos productos nacionales nos quedamos con ambas cosas” (Abraham Lincoln)
Claro, ahora quieren el libre comercio: nosotros proveemos las materias primas, y ellos las explotan, las transportan, las transforman y nos las venden, a mucho mayor precio. De paso le dan de comer a sus propios obreros. Ningún país de los llamados “desarrollados” o “ricos” son proveedores exclusivos de materias primas. Y no solamente las importan, sino que además subsidian las suyas con miles de millones de dólares, y le ponen trabas al ingreso de mercaderías manufacturadas, con aranceles, leyes antidumping, etc.
"En las colonias la regla es la desigualdad social, en las colonias la libertad es para pocos...". "No basta con decir que somos un país subdesarrollado y quedarnos contentos". "La historia falsificada es un muro de piedra interpuesto entre nosotros y el pasado argentino". "Somos una colonia material porque hemos sido colonizados espiritualmente" (José Maria Rosa) Bien nos valdría a los Argentinos que ciertos “genios” leyeran un poco mas de historia y miraran a su alrededor, en vez de ir a buscar ideas afuera para imponernos “teorías” que nos mantienen pobres desde varias generaciones.
El hecho de ser colonizados mediante el soborno, la corrupción, la complicidad o la ignorancia de los nativos, no justifica tampoco los métodos empleados por el imperialismo.
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Fuente: www.lagazeta.com.ar
Nuestra colonización cultural hace pesar a muchos que los ingleses siempre fueron partidarios “del librecomercio y de la libertad” pero pocos saben que los ingleses fueron los primeros proteccionistas; En 1172 Enrique II prohíbe la introducción de lanas españolas; en 1455 se prohíbe la introducción de tejidos de seda; en 1464 Enrique VII prohíbe la entrada de paños; En 1700 se prohíbe la importación de tejidos de algodón de oriente y en 1719 se prohíbe a todo habitante comerciar, usar o poseer dichas telas bajo pena de multa y cárcel. En 1760 Jorge III prohíbe la exportación de lana que no sea manufacturada y prohíbe la exportación de ovinos que pudieran proveer lana al continente. También se prohibió esquilar lana a menos de 5 millas de la costa por considerarse sospechosa de contrabando, el que era penado con un año de cárcel y la amputación de la mano izquierda y la pena capital a los reincidentes. Estas medidas proteccionistas que permitieron el desarrollo de textiles de lana y algodón locales, no fueron invención de los ingleses, sino copia de sus maestros y antecesores venecianos, que prohibieron la emigración de calafateadores; el duque de Florencia deseaba recompensas a quien trajera “vivo o muerto” a los emigrantes que supieran de brocados. En el siglo XVII los italianos habían inventado la máquina de hilar seda mantenida como estricto secreto. Los planos fueron llevados a Inglaterra de contrabando disimulados en tejidos en 1717 por John Lombe que murió envenenado (por los italianos?), pero su hermano Thomas pudo patentar la máquina y en los pocos años que duro la patente, hizo una fortuna. El gobierno termino pagando el invento y nombrándolo caballero. Con el empleo de las maquinas el valor de las materia prima se aumentaba entre un 1.000 y 5.000 %. Se otorgaban patentes de invención, también idea de lo italianos mediante la “Ley de Monopolios” de 1624.
Ni siquiera fueron los ingleses partidarios del libre mercado interno: el estado reglamentaba hasta las mínimas cosas para favorecer su industria: por ley de 1571 se obligaba a todos los habitantes de la ciudad del campo a usar gorro de lana inglesa y por ley de Carlos II (1630) se ordenaba que todo persona fallecida debía ser sepultada con mortaja de paño de lana. En 1549 por ley de “ayuno político” se prohíbe el consumo de carne vacuna, para incentivar el consumo de pescado que daría mayor impulso a la navegación, la que a su vez proveería de navegantes a la marina de guerra. “grandes rentas para el rey, escuelas para nuestras profesiones manuales, abastecimiento para nuestros navegantes, murallas para el país(barcos), …nervios para nuestra guerras, y espanto para nuestros enemigos” (Tomás Mun en “La riqueza de Inglaterra por el comercio exterior”) “Quien manda en el mar, manda en el comercia del mundo y pr ende en el mundo mismo” (sir Walter Raleigh). La reina Isabel I financia la campaña de Drake, que a los tres años de piratería regresa con un botín de 150.000 libras (4700 % de la inversión) equivalentes a un año del gasto público. El pirata Drake sería luego Sir Drake, como muchos.
Una serie de leyes inglesas dictadas entre 1381 y 1650 exigía que todas las mercaderías desde y hace las colonias se hicieran en barcos ingleses y con tripulación inglesa y por ley de 1660 se exigía que ciertos artículos solo fueran transportados a la metrópolis, prohibiendo el comercio entre colonias. Se permitió la importación de lingotes de hierro pero se prohibía a las colonias su manufactura. Lo mismo sucedía con telas, sombreros etc. “…todo acto de un gobierno dependiente de provincia debería reportar alguna ventaja para la metrópolis a la que debe su existencia…()….cualquier proyecto inconciliable con los intereses de la metrópolis debe considerarse ilegal e inadmisible…” Es decir que las colonias “le deben su existencia a Inglaterra”.
Estas leyes en cierta forma se parecían a la ley de aduana dictada por Rosas en 1835, pero a favor nuestro, que dejaba libre de aranceles a la exportación de ciertos productos y manufacturas como la harina, carnes saladas, pieles curtidas, etc. siempre que fueran transportadas por buques nacionales. No pensaban lo mismos nuestros “liberales”, como Alberdi, partidario de abrir el pis a “los influjos civilizadores de la bandera de Albión”. Nuestros “liberales” pesaban como los liberales ingleses, pero al revés, como si vivieran en Inglaterra.
Inglaterra fue el principal traficante de esclavos, pero en el siglo IXX se transforma en el adalid de la libertad y le exige a brasil por distintos medios, incluido los cañones, a que termine con el comercio negrero. Pero no la hacía por razones “humanitarias” ni por amor a la “libertad”. Lo hacía porque los esclavos negros proveían mano de obra barata a los cafetales brasileros que competían con las colonias inglesas. En 1807 Inglaterra declara ilegal el comercio de esclavos pero en jamaica tiene 800.000 negros a los que, además, estaba prohibido enseñarles a leer y escribir. En 1815 el Congreso de Viena prohíbe el tráfico de esclavos, pero aún así entre 1807 y 1847 Inglaterra comercia 5.000.000 de esclavos.
Ahora quieren imponernos el librecomercio, claro, si nosotros les proveemos las manufacturas y ellos las manufacturas: “América española es libre y si sabemos actuar con habilidad será nuestra” (George Canning, después de reconocer la independencia de las colonias latinoamericanas en la época en que el grupo rivadaviano concertaba el primer empréstito con la Baring) (Historia universal. Editorial Daimon). “el particular interés que deberíamos tener aquí seria el de privar a nuestro enemigo de uno de sus recursos capitales y de abrir a nuestras manufacturas los mercados de se gran continente” (Castlereagh, secretario de estado durante la invasiones inglesas.) Castlereagh opinaba que respecto a la América del Sur “parece ser indispensable que no nos presentemos a ninguna otra luz que no sea aquella que nos muestre como auxiliares y protectores” no obstante lo cual no le impidió a los ingleses invadir dos veces Buenos Aires, hacer jurar fidelidad a su rey y llevarse el tesoro real para repartirse entre la oficialidad como botín de guerra. "La cosa está hecha, el clavo está puesto. Hispanoamérica es libre y si nosotros no gobernamos tristemente nuestros asuntos, es inglesa". (George Canning. 1825). “La disposición de de los nuevos estados americanos es altamente favorable para Inglaterra. Si nosotros sacamos ventaja de esa disposición podremos establecer por medio de nuestra influencia en ellos, un eficiente contrapeso contra los poderes combinados de EEUU y Francia, con quienes tarde o temprano tendremos contienda” (Canning, el mismo con que honráramos con una calle de Bs.As., hoy Scalabrini Ortiz) y refiriéndose a la era napoleónica “Vuestra sea la gloria del triunfo, seguida por el desastre y la ruina; nuestro sea el tráfico sin gloria de la industria y la prosperidad creciente. La edad de la caballería ha pasado y le ha sucedido la edad de los economistas y calculadores” Esta opinión de Canning no impidió a Inglaterra la utilización de la fuerza para forzar la libre navegación de los ríos interiores y el bloqueo de Bs.As. (aunque no con la caballería, por cierto) ni aliarse a Francia en el intento. “Es una política estrecha mirar a este o el otro país como destinados a se los perpetuos aliados o los eternos enemigos de Inglaterra. No tenemos perpetuos aliados ni eternos enemigos. Nuestros intereses son lo perpetuo y lo eterno.” Declaraciones de Lord Palmerston en el parlamento inglés durante el bloqueo anglo-francés al Río de la Plata, 1848) El tratado anglo-argentino de 1825 establecía la “reciprocidad” para los habitantes de ambos estados de “…gozar respectivamente de la franquicia de llegar segura y libremente con sus buques de carga a todos aquellos parajes, puertos y ríos de dichos territorios….” como si los buques argentinos pudieran navegar por el Támesis para competir con los textiles ingleses. Este tratado, disfrazado de “reciprocidad”, simplemente garantizaba la protección de su comercio y justificaba la utilización de la fuerza si no se cumplía.
Tampoco fueron partidarios del librecomercio los EEUU. Luego de su independencia protegieron su industria contra la competencia inglesa (de la cual se independizaron en serio) y cuando el sur quiso seguir exportando materias primas, directamente los Yanquis los barrieron. “No sé acerca de aranceles, peor lo que sé muy bien es que cuando compramos bienes manufacturados a los extranjeros nosotros nos quedamos con los productos y ellos con el dinero. Cuando compramos productos nacionales nos quedamos con ambas cosas” (Abraham Lincoln)
Claro, ahora quieren el libre comercio: nosotros proveemos las materias primas, y ellos las explotan, las transportan, las transforman y nos las venden, a mucho mayor precio. De paso le dan de comer a sus propios obreros. Ningún país de los llamados “desarrollados” o “ricos” son proveedores exclusivos de materias primas. Y no solamente las importan, sino que además subsidian las suyas con miles de millones de dólares, y le ponen trabas al ingreso de mercaderías manufacturadas, con aranceles, leyes antidumping, etc.
"En las colonias la regla es la desigualdad social, en las colonias la libertad es para pocos...". "No basta con decir que somos un país subdesarrollado y quedarnos contentos". "La historia falsificada es un muro de piedra interpuesto entre nosotros y el pasado argentino". "Somos una colonia material porque hemos sido colonizados espiritualmente" (José Maria Rosa) Bien nos valdría a los Argentinos que ciertos “genios” leyeran un poco mas de historia y miraran a su alrededor, en vez de ir a buscar ideas afuera para imponernos “teorías” que nos mantienen pobres desde varias generaciones.
El hecho de ser colonizados mediante el soborno, la corrupción, la complicidad o la ignorancia de los nativos, no justifica tampoco los métodos empleados por el imperialismo.
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Fuente: www.lagazeta.com.ar
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