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Intimidades de la Independencia argentina - "El doble juego"

Juan Martín de Pueyrredón

Las sesiones secretas.

El 6 de julio de 1816, Belgrano había manifestado al Congreso que, de producirse una invasión portuguesa a la Banda Oriental, ésta vendría a “Impedir la infección” del antigüismo.

El 16 julio se conoce la invasión a la Banda Oriental, y el día 23 de julio se dio entrada a un oficio de la Junta de Observación del día 10, avisando de la “Casi indudable expedición portuguesa” y de la pasividad del Director Balcarce, que por lo visto también se dedicaba a “observar” como los portugueses se apoderaban de la margen oriental.

El 24 de julio el Cabildo bonaerense y la Junta de Observación destituyen a Balcarce y nombran en su lugar a Francisco Antonio de Escalada y Miguel Irigoyen hasta la llegada de Juan Martín Pueyrredón, designado Director Titular por el congreso, el 5 de julio de 1816.

El Congreso resolvió que la Comisión de Relaciones Exteriores pasara a considerar los documentos que obraban en poder la Comisión. En la sesion secreta del 24 por la tarde, previo juramento de guardar el secreto bajo pena de expulsión del perjurio “con la calidad de que jamás pudiera obtener en vida comisión alguna”, se leyeron los documentos secretos sobre la tentativa de coronación del infante Francisco de Paula, algunas cartas de Manuel García y la correspondencia de Rivadavia remitida desde París.

En esa sesión sereta del día 24 se decidió enviar correspondencia a Pueyrredón, todavía en viaje a Buenos Aires, “pidiéndole estrechísimamente que ponga el país en estado de rechazar cualquier agresión injusta” y que “reclame del armisticio contratado el año 12 con la Corte de Brasil”.

Pueyrredón llega a Buenos Aires el día 29 de julio, y dos días más tarde se impone de la correspondencia enviada desde Río por el agente porteño Manuel García, mantenida bajo siete llaves por el Dr. Tagle. Pueyrredón las trascribe y da cuenta al Congreso, “para que, en consecuencia del concepto que forme de su letra y espíritu, se digne prevenirme exactamente la conducta que debo observar en las distintas ocurrencias que espero se me agolpen, si, como no es por ahora dudable, se aproximan las tropas portuguesas llevando a ejecución sus anunciados designios”.

La comunicación de Pueyrredón dio lugar a nuevas sesiones secretas del Congreso los días 25, 27, 28 y 29 de agosto de 1816, resolviéndose finalmente que “se encargue al Supremo Director la defensa del territorio, por cuantos medios estén a su alcance”. Indicaba además que se“solicite la Unión del general Artigas, inspirándole confianza y dándole los auxilios posibles sin exponer la seguridad de esta Banda y procediendo en ese punto sin aventurarse ni comprometer el éxito de la negociación...” con Lecor y la Corte de Río. Tarde se acordaban los hombres de Buenos Aires de solicitar auxilio al Jefe Oriental, después de haberlo combatido con todos los métodos posibles.

Reservadas

Para llevar a cabo la “negociación” se designó a “dos individuos...uno con carácter público y otro con carácter privado”, encomendándose la primera al coronel mayor don Florencio Terrada y la segunda al propio Secretario de Estado den el Departamento de Guerra, Don Manuel de Irigoyen.

La finalidad de la misión Terrada era calmar el ánimo público, entrevistándose con el jefe portugués, general Lecor, y reclamarle el cumplimiento de armisticio de mayo de 1812.

La misión Irigoyen, en cambio, debería llevarse a cabo mediante un doble juego de instrucciones, aprobadas en sesión secreta del 4 de septiembre de 1816. Las instrucciones eran, unas “reservadas” y otras “reservadísimas”.

Las instrucciones “reservadas” expresaban:

1- Que los comisionados tratasen, tanto en la Corte portuguesa como ante el general Lecor, “sobre al base de la libertad e independencia de las Provincias Representadas en el Congreso". (abandonado a las de la “Liga Federal” a los invasores)
2- “Desimpresionar, tanto a Herrera como a Lecor, de las ideas exageradas que acaso habrán formado del desorden en que nos suponen”
3- Conseguir un manifiesto público de Lecor, de no tener pretensiones sobre al Banda Oriental, “pues los pueblos recelosos se agitan demasiado expresando el deseo de auxiliar al general Artigas”, y era necesario “aquietar a los habitantes sobre el objeto de la expedición contra la Banda Oriental”.
4- Que si “el objeto del gobierno portugués era reducir al orden a la Banda Oriental, de ninguna manera podría apoderase del Entrerríos por ser este territorio perteneciente a la provincia de Buenos Aires que hasta ahora no lo ha renunciado ni cedido a aquella Banda". (Menos mal que al menos, no regalaba la provincia de Entre Ríos, a la que consideraban propia,…“hasta ahora”)
5- “Que a pesar de la exaltación de las ideas democráticas que se han experimentado en toda la Revolución, la parte más sana e ilustre de los pueblos y aún el común de éstos están dispuestos a un sistema monárquico constitucional bajo las bases de la constitución inglesa acomodada a las circunstancias”.
6- “Persuadir al gabinete del Brasil que se declare Protector de la libertad e independencia de estas Provincias restableciendo la casa de los Incas y enlazándola con la de Braganza”.
7- Si esto no obtuviese aprobación, pedir la coronación “de un infante del Brasil o de cualquier otro infante extranjero con tal que no sea de España, para que enlazándolo con alguna de las infantas del Brasil, gobierne este país bajo una constitución que deberá presentar el Congreso”.
8- Si fuese reconvenido por algunos auxilios que el gobierno de las Provincias Unidas ha mandado a Artigas, explicará “que no se ha podido prescindir de este paso por no haber tenido hasta ahora del gabinete portugués una garantía pública que asegure a este territorio de sus miras justas, pacíficas y desinteresadas”, y de no hacerlo habría ocurrido una “convulsión general”.

De la lectura de las instrucciones “reservadas”, se deduce que tenían ese carácter, por cuanto eran una verdadera confesión del delito que se pretendía cometer.

Reservadísimas

Las instrucciones “reservadísimas” establecían que, en el caso “de exigírsele que estas provincias se incorporaran a las de Brasil, se opondrá abiertamente manifestando que sus instrucciones no se extienden a este caso...pero si después de apurados todos los recursos de la política y del convencimiento insistiesen en el empeño, indicará, como una cosa que sale de él, que formando un Estado distinto del Brasil reconocerán por su monarca al de aquél mientras mantenga su Corte en este continente, pero bajo una Constitución que le presentará el Congreso…comunicándolo inmediatamente al Congreso”

Como vemos, lo único de importancia era una “Constitución”. No cabe ni la sospecha de inocencia.

Antes de conocer las instrucciones a los comisionados, Pueyrredón había comunicado al Congreso los oficios recibidos del agente Manuel Garcia. Éste hacía saber que en entrevistas con el Encargado de Negocios de Gran Bretala en Río de Janeiro, había recibido las siguientes observaciones:

En primer lugar –decía el Encargado- Gran Bretaña era amigo y aliada de España, y el decoro le impedía favorecer la causa de sus súbditos rebeldes, según lo estipulado en el tratado de 1814 con Fernando VII; en segundo término, como señora de mucha colonias, la obligaba a sostener el sistema colonial y que no imitaría la conducta de España en la guerra de las colonias inglesas.

En cuanto al Brasil, Manuel García informaba que el Ministro de Estado –Marqués de Aguiar- le había hecho las siguientes declaraciones:

Que el Rey de Portugal y Brasil al enviar sus tropas a la Banda Oriental, no tenía otra mira que la de asegurarse contra el poder anárquico de Artigas, igualmente incompatible con de los gobiernos vecinos; que el gobierno de Buenos Aires podía estar en la plena seguridad de que el Rey de Portugal conservaría la buena armonía de entonces. (lógicamente, con vecinos como esos, Buenos Aires “podía estar en la plena seguridad”)

Cuando las instrucciones del Congreso a Terrada-Irigoyen llegaron a manos de Pueyrredón, éste convocó a Tagle para pedirle opinión. Tagle instruyó a aquel sobre todo lo relacionado con la misión García en Río, y le aconsejó desestimar las instrucciones para la misión Terrada-Irigoyen. Redactaron un oficio al Congreso comunicando la decisión de suspender la misión, impugnando como “inocente, ridícula y despreciable” la idea de enlazar un Inca con una princesa de Braganza. Admitía en cambio la coronación de un príncipe europeo con sujeción a una constitución que se dictase, manteniendo la independencia con la garantía de Inglaterra.

Todas estas lamentables acciones entre el Congreso y los genios de Buenos Aires, habían llegado a conocimiento de Artigas. El 18 de agosto de 1816, un oficio del Cabildo de Montevideo le adjuntaba a caudillo copia de una “comunicación interceptada en Santa Fe”, diciéndole que “por ella calculará V.S. que nuestra existencia política estaba minada por al intriga con el gabinete portugués y que no sin fundamento hemos mirado con recelo a todos los mandatarios de Buenos Aires”.

Por su parte Pueyrredón, en lugar de la “misión reservadísima” Terrada-Irigoyen, decidió enviar ante el general portugués al coronel Nicolás de Vedia, portando un oficio de Pueyrredón, fechado el 31 de octubre de 1816, donde historiaba los hechos y afirmaba que “la disidencia accidental en que quiera suponerse una y otra Banda, no debilita el enlace común de ambos pueblos para la defensa de su libertad”. Le requería que detuviera sus marchas y retrocediera a sus limites, pues, de lo contrario, daría “una cooperación vigorosa” a la defensa de la Banda Oriental.

El Coronel de Vedia llegó al cuartel general de Lecor el 25 de noviembre y recibió del general portugués explicaciones sobre el alcance “limitado” de la operación armada sobre al Banda Oriental.

La visión clara de Artigas

Al mismo tiempo, Pueyrredón remitió un oficio al Cabildo de Montevideo haciéndole saber los objetivos de la misión Vedia. A su vez el Cabildo le retransmite el oficio a Artigas, a lo que el caudillo responde:

“...he recibido el Extraordinario en que V.S. me incluye el ajunto del gobierno de Buenos Aires expresando la comisión del Sr. Coronel Vedia.
Este paso no basta a inspirarnos confianza, ni cohonestará jamás las miras de aquel Gobierno después que supe que nuestra frontera ha sido invadida ha más de cuatro meses, y él mantuvo siempre, y mantiene su comercio y relaciones abiertas con Portugal. Por lo mismo, sea cual fuere el objeto de la misión del dicho Vedia, y sus resultados, no puedo mientras ser indiferente a la conducta criminal y reprensible de Buenos Aires.
Por lo mismo he mandado cerrar los puertos y cortar toda comunicación con aquella Banda. Si esta medida no penetra a aquel Gobierno de nuestra indignación por su inferencia y poca escrupulosidad en coadyuvar nuestros esfuerzos contra este Extranjero sediento de nuestra dominación, yo protesto no omitir diligencia hasta manifestar al mundo entero mi constancia, y la iniquidad con que se propende a nuestro aniquilamiento.
Buenos Aires debe franquearnos los auxilios a que siempre se ha negado, o Buenos Aires será el último blanco de nuestro furor, si poco condolido de al causa común no se interesa en la salvación de estas provincias como en la e las demás. Nuestros sacrificios están de manifiesto, y si no son idénticos los de aquel Gobierno, habremos de calcular de otro modo sobre sus operaciones”.

Fuentes:
- Reyes Abadie, Washington. Artigas y el federalismo en el Río de la Plata
- Castagnino Leonardo. Triple Alianza contra los paises del Plata
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar

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