Pasan los años y los gobiernos, pero los habitantes de La Plata, Berisso y Ensenada siguen tan o más expuestos a la contaminación del polo petroquímico ¿Por qué no hay soluciones? Falta de control es lo que todos afirman. Pero nadie dice hasta cuándo seguirá la desidia. Un estudio realizado por el Hospital de Niños de La Plata, el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente y la Facultad de Trabajo Social de la UNLP, reveló recientemente que se observa una mayor incidencia “de asma, brotes asmáticos, problemas respiratorios como disnea (dificultad para respirar), tos nocturna, rinitis y una marcada disminución de la función pulmonar en los niños que viven cerca de plantas petroquímicas respecto de los que habitan en otras zonas. Esto se correlaciona con mayores niveles de contaminación detectados”.
En pocos días se celebrará la llegada de la primavera. Será el último festejo de ese tipo antes del bicentenario. A partir de allí, las caminatas de personas mayores, las salidas en familia a los parques y plazas, y los juegos infantiles al aire libre se irán multiplicando con el buen tiempo. Pero hay que decirlo, una vez más: el aire no es ni será libre, y el agua de las playas seguirá contaminada. ¿Por qué? Porque poco y nada se hizo para solucionar una problemática que lleva años y más años, denuncias y más denuncias. Nada ha cambiado. Parece un problema bicentenario. Y es que hay cuestiones irresueltas que cansan; agobian hasta el hartazgo.
Un estudio realizado por el Hospital de Niños de La Plata, el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente y la Facultad de Trabajo Social de la UNLP, reveló recientemente que se observa una mayor incidencia “de asma, brotes asmáticos, problemas respiratorios como disnea (dificultad para respirar), tos nocturna, rinitis y una marcada disminución de la función pulmonar en los niños que viven cerca de plantas petroquímicas respecto de los que habitan en otras zonas. Esto se correlaciona con mayores niveles de contaminación detectados”, explicó en su momento Fernando Wichmann, neumonólogo infantil y uno de los autores del trabajo.
Ahora, ambientalistas aportaron un dato por demás esclarecedor: en los servicios de urgencia de Ensenada, entre el 60% y el 70% de las consultas tienen que ver con problemas respiratorios.
Y no es sólo el aire. Leda Giannuzzi, del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA), dijo a Hoy que, según encuestas realizadas en Ensenada, “se constató una mayor incidencia de enfermedades gastrointestinales a medida que nos acercamos al río, incluso en zonas donde hay agua de red. Se detectaron niveles similares a los de zonas del Conurbano donde usan agua de pozo”.
Llega la primavera. Y al aire contaminado que se respira todo el año se suman los peligros del agua del río. ¿Y los controles?. ¿Y las “eternas” promesas de cambiar la situación por parte de las autoridades? Brillan por su ausencia.
“No, de muchos años a esta parte no se ha avanzado nada. Y lo más grave (de esta situación) es la falta de control por parte del Estado provincial”, dice Horacio Beláustegui de la Fundación Biosfera.
Por su parte, el Senador provincial Luis Malagamba denunció que “el Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable (OPDS) -encargado del contralor a las empresas del polo petroquímico y petrolero- se maneja, casi siempre, con los datos de las auditorías internas de esas compañías”.
Algo así como que un alumno rinda un examen y se autocalifique; siempre va a aprobar. Parece chiste, pero no lo es. El Estado está ausente y las consecuencias las paga la población con su propia salud: “Después de la epilepsia y la diabetes, el asma es la enfermedad que mayores trastornos psicosociales trae, en términos de costo para la canasta familiar, para la salud pública y en término de costos indirectos, como ausentismo escolar o laboral”, subraya el estudio del Hospital de Niños y la UNLP.
El Estado provincial “no ejerce el poder de policía en ningún ámbito. Y en el caso de la contaminación, lo que hace es poner en serio riesgo la salud de la población”, señaló a Hoy el Senador bonaerense Javier Mor Roig.
Beláustegui dijo que “no se ve a nivel provincial una preocupación por el tema”, y agregó que “lo peor del caso es que se vienen realizando cambios en la OPDS; permanentes movimientos. ¿Qué pasa entonces con los grandes anuncios en la materia de hace dos años? -se pregunta-. Porque si no hay continuidad nunca se hará nada. Estamos cansados de los cambios y ensayos permanentes. Una política ambiental debe ser una política de Estado, un proceso planificado y ejecutado a largo plazo”.
Tantos años con el mismo tema y nada. Se genera una sensación de impotencia.
“Claro que sí, y es comprensible”, admitió Malagamba, aunque instó a seguir denunciando por parte de los vecinos. De hecho,
a veces la denuncia da resultados. Pero no se trata de cuestiones puntuales, sino de una problemática general.
A tal punto que en el Senado bonaerense hay dos pedidos de informes sobre los estudios de impacto ambiental de las tres plantas químicas que se levantan en los terrenos de la ex Fábrica Militar de Acido Sulfúrico. “Presentamos uno el año pasado y otro este año, y hasta hoy no tenemos respuestas”, afirmó Mor Roig.
Plomo, calcio, carbón de coque, sulfuro y muchos más componentes van minando la salud de los vecinos de nuestra región cada día. Ese es el aire que respiramos. “Hagamos una cuenta -dice Beláustegui-, por nuestro organismo circulan 20 litros diarios de aire, una parte se filtra, pero otra va a la mucosa y otra directamente a los alvéolos pulmonares”.
Las organizaciones ambientalistas también ponen el ojo en el supuesto descuido de los municipios. “Hace un año presentamos un proyecto en los concejos deliberantes de la región para implementar una ‘tasa de calidad del aire’. Se trataría de un impuesto a cobrarles a las grandes empresas (Copetro, Repsol-YPF, Petroken, etc.) a fin de financiar sistemas de control de calidad (del aire) independientes, a través de un organismo con representación municipal y de las ONG’s; pero cayó en saco roto”, comentan.
Cuando nos acercamos al bicentenario con tantos problemas sin resolver, muchos de los cuales parecen haber nacido con el país y la región, surge la pregunta recurrente: ¿Por qué?.
Habrá respuestas más duras. Otras más blandas. Pero se hacen necesarias e impostergables. Lo “eterno”, cuando va de la mano de la mala calidad de vida, provoca hartazgo. Entonces, ¿por qué? Algunos ambientalistas, los más duros, llegan a afirmar que “las grandes empresas del polo son sponsors de los gobiernos”. Otros, como Beláustegui, apuntan a malas políticas que se eternizan en el tiempo.
Malagamba no descarta ni una ni otra opción. “Cuando el Estado está ausente, lo está por acción o por omisión; a veces hay connivencia, a veces, lisa y llana incapacidad”.
Fuente: diarioHoy
http://informereservado.net/noticia.php?noticia=21889
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En pocos días se celebrará la llegada de la primavera. Será el último festejo de ese tipo antes del bicentenario. A partir de allí, las caminatas de personas mayores, las salidas en familia a los parques y plazas, y los juegos infantiles al aire libre se irán multiplicando con el buen tiempo. Pero hay que decirlo, una vez más: el aire no es ni será libre, y el agua de las playas seguirá contaminada. ¿Por qué? Porque poco y nada se hizo para solucionar una problemática que lleva años y más años, denuncias y más denuncias. Nada ha cambiado. Parece un problema bicentenario. Y es que hay cuestiones irresueltas que cansan; agobian hasta el hartazgo.
Un estudio realizado por el Hospital de Niños de La Plata, el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente y la Facultad de Trabajo Social de la UNLP, reveló recientemente que se observa una mayor incidencia “de asma, brotes asmáticos, problemas respiratorios como disnea (dificultad para respirar), tos nocturna, rinitis y una marcada disminución de la función pulmonar en los niños que viven cerca de plantas petroquímicas respecto de los que habitan en otras zonas. Esto se correlaciona con mayores niveles de contaminación detectados”, explicó en su momento Fernando Wichmann, neumonólogo infantil y uno de los autores del trabajo.
Ahora, ambientalistas aportaron un dato por demás esclarecedor: en los servicios de urgencia de Ensenada, entre el 60% y el 70% de las consultas tienen que ver con problemas respiratorios.
Y no es sólo el aire. Leda Giannuzzi, del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA), dijo a Hoy que, según encuestas realizadas en Ensenada, “se constató una mayor incidencia de enfermedades gastrointestinales a medida que nos acercamos al río, incluso en zonas donde hay agua de red. Se detectaron niveles similares a los de zonas del Conurbano donde usan agua de pozo”.
Llega la primavera. Y al aire contaminado que se respira todo el año se suman los peligros del agua del río. ¿Y los controles?. ¿Y las “eternas” promesas de cambiar la situación por parte de las autoridades? Brillan por su ausencia.
“No, de muchos años a esta parte no se ha avanzado nada. Y lo más grave (de esta situación) es la falta de control por parte del Estado provincial”, dice Horacio Beláustegui de la Fundación Biosfera.
Por su parte, el Senador provincial Luis Malagamba denunció que “el Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable (OPDS) -encargado del contralor a las empresas del polo petroquímico y petrolero- se maneja, casi siempre, con los datos de las auditorías internas de esas compañías”.
Algo así como que un alumno rinda un examen y se autocalifique; siempre va a aprobar. Parece chiste, pero no lo es. El Estado está ausente y las consecuencias las paga la población con su propia salud: “Después de la epilepsia y la diabetes, el asma es la enfermedad que mayores trastornos psicosociales trae, en términos de costo para la canasta familiar, para la salud pública y en término de costos indirectos, como ausentismo escolar o laboral”, subraya el estudio del Hospital de Niños y la UNLP.
El Estado provincial “no ejerce el poder de policía en ningún ámbito. Y en el caso de la contaminación, lo que hace es poner en serio riesgo la salud de la población”, señaló a Hoy el Senador bonaerense Javier Mor Roig.
Beláustegui dijo que “no se ve a nivel provincial una preocupación por el tema”, y agregó que “lo peor del caso es que se vienen realizando cambios en la OPDS; permanentes movimientos. ¿Qué pasa entonces con los grandes anuncios en la materia de hace dos años? -se pregunta-. Porque si no hay continuidad nunca se hará nada. Estamos cansados de los cambios y ensayos permanentes. Una política ambiental debe ser una política de Estado, un proceso planificado y ejecutado a largo plazo”.
Tantos años con el mismo tema y nada. Se genera una sensación de impotencia.
“Claro que sí, y es comprensible”, admitió Malagamba, aunque instó a seguir denunciando por parte de los vecinos. De hecho,
a veces la denuncia da resultados. Pero no se trata de cuestiones puntuales, sino de una problemática general.
A tal punto que en el Senado bonaerense hay dos pedidos de informes sobre los estudios de impacto ambiental de las tres plantas químicas que se levantan en los terrenos de la ex Fábrica Militar de Acido Sulfúrico. “Presentamos uno el año pasado y otro este año, y hasta hoy no tenemos respuestas”, afirmó Mor Roig.
Plomo, calcio, carbón de coque, sulfuro y muchos más componentes van minando la salud de los vecinos de nuestra región cada día. Ese es el aire que respiramos. “Hagamos una cuenta -dice Beláustegui-, por nuestro organismo circulan 20 litros diarios de aire, una parte se filtra, pero otra va a la mucosa y otra directamente a los alvéolos pulmonares”.
Las organizaciones ambientalistas también ponen el ojo en el supuesto descuido de los municipios. “Hace un año presentamos un proyecto en los concejos deliberantes de la región para implementar una ‘tasa de calidad del aire’. Se trataría de un impuesto a cobrarles a las grandes empresas (Copetro, Repsol-YPF, Petroken, etc.) a fin de financiar sistemas de control de calidad (del aire) independientes, a través de un organismo con representación municipal y de las ONG’s; pero cayó en saco roto”, comentan.
Cuando nos acercamos al bicentenario con tantos problemas sin resolver, muchos de los cuales parecen haber nacido con el país y la región, surge la pregunta recurrente: ¿Por qué?.
Habrá respuestas más duras. Otras más blandas. Pero se hacen necesarias e impostergables. Lo “eterno”, cuando va de la mano de la mala calidad de vida, provoca hartazgo. Entonces, ¿por qué? Algunos ambientalistas, los más duros, llegan a afirmar que “las grandes empresas del polo son sponsors de los gobiernos”. Otros, como Beláustegui, apuntan a malas políticas que se eternizan en el tiempo.
Malagamba no descarta ni una ni otra opción. “Cuando el Estado está ausente, lo está por acción o por omisión; a veces hay connivencia, a veces, lisa y llana incapacidad”.
Fuente: diarioHoy
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